jueves, 14 de mayo de 2009

VALPARAÍSO, LA CIUDAD DEL VIENTO, POR JOAQUÍN EDWARDS BELLO




...Entrada la noche, a fines de abril de ese año, los mecheros de gas no bastaban a disipar las tinieblas. Acompañábamos a un tal Viola por la calle del Olivar cuando sentí pasos apresurados, y una voz nerviosa a mis espaldas. Era la niña Caro, en su eterno vestido de manda y sus velos místicos. Se dirigió a nosotros en forma atropelladora; luego, llamándonos aparte y sin poder controlar las palabras, me expresó lo siguiente:

- Se está incendiando la oficina de mi padre. ¡Corran! El está adentro. En la ventana central del tercer piso... – No alcanzó a explicar más.
Stepton echó a correr por la Avenida. La firma comercial Caro y Pagani estaba cerca de la Aduana, por el lado de línea férrea. Dos minutos no habrían transcurrido cuando sonaron las campanas. Como enorme tablero de magia, la ciudad entró en movimiento. El estrépito de los percherones de la Tercera, de la inglesa, de la italiana y la francesa, hizo temblar los adoquines. El paseo de la Plaza se desbarató, y ya todo el puerto no fue sino un solo pensamiento: el incendio. Enjambres de chiquillos seguían detrás de los bomberos o empujaban los gallos, gozosos, en la ansiedad de no perder detalle de la fiesta porteña. Hombres maduros, jóvenes, bursátiles, peluqueros, libreros, pasaban quitándose las chaquetas, o enrollando en sus cuellos las toallas que sus esposas les pasaron a la carrera, junto con la llave y las piolas. La frondosa nube de humo espeso, congestionada y roja en su centro, subía por el cielo para alborozo y pasmo de los flamígeros porteños. Por fin llegamos a la hoguera.

- Allá – dijo Stepton a un voluntario -. Allá, en la ventana del centro.
Esta transfigurado. Su voz es clara y viril. La escalera quedó colocada en la ventana central del tercer piso. Sin quitarse el tongo de Presciutti, en mangas de camisa, le vio el público trepando a las llamas. Llevaba el hacha en la diestra y se movía con tanta soltura y gracia como en el Salón de Patinar. Sonaron vidrios destrozados y el humo escapó cambiando de colores como si cien genios malignos se soltaran por el aire en ropajes de ópalo, de zafiros y rubíes. Entonces se vio una de esas proezas que afirman a los espíritus y las retinas conservan para siempre. Blandiendo el hacha, ese joven frágil, en camisa y de tongo, penetró en la casa incendiada. Chas, chas, chas...
El rostro resplandeció en el interior del cuarto iluminado. Se perdió dentro. Desapareció.

Otros bomberos subieron detrás con el pitón, y el chorro potente pareció refrescar la escena.

El público retuvo el aliento. De pronto un grito unánime: ¡Ahí está! ¡Ahí está el joven! Stepton surgía de nuevo en la ventana destrozada, negro de humo, entre las llamas y el agua. En sus brazos llevaba un bulto grande, un cuerpo, un ser humano. Su cabellera estaba libre, sin sombrero; su cuerpo surgía en medio de la calígine como arcángel en el cielo. Otros bomberos le ayudaron a poner el cuerpo en la escalera y comenzaron a deslizarlo a la calle. Los espectadores colocaron sobre la camilla el cuerpo del herido y el bombero subió por segunda vez.

- ¡Stepton! – Gritaron cien voces junto a la mía -, - ¡Stepton!

Pero él encaraba las hogueras y se internaba con el pitón en la tormenta de fuego, sin hacer caso de las voces que le aconsejaban prudencia.

La casa incendiada constaba de tres pisos habitados por oficinistas y personas de clase media. Al lado de la oficina de Caro y Pagani se encontraba una pensión de familia.

Stepton y otros bomberos se esforzaron para sacar los muebles pequeños y las ropas de cama modestas que arrojaban por las ventanas a la calle, donde los deudos o las personas salvadas iban juntándolos. El público aumentaba y la policía era impotente para mantenerlo dentro de las cuerdas. Yo había tomado clocación al pie de la escalera por donde mi amigo subió. A cada instante le veía entrar o salir por la ventana en llamas.

Alguno del público gritó para pedirle que tuviera cuidado. Sentí en ese momento que una mano temblorosa estrechaba mi brazo. Era Elena. Cuando bajaron a Stepton, asfixiado e inerte, y le pusieron en la vereda, todo el mundo quería verle. ¡Un tercerino! ¡De la bomba de los futres! Larga huella de sangre cruzaba su cara de la frente hasta la boca.

- No hay cuidado – dijo el doctor Grossi, después de examinar el pecho y los brazos del joven.

- ¡Vive! – exclamó Elena. En el mismo instante se inclino a tierra, cerca de él, y le hizo un arco protector con sus brazos encima de su cabeza. Después limpió la sangre y el hollín de la cara; le restregó con su pañuelo diminuto.
- ¡Está vivo! – exclamaban en la calle - . - ¡Está vivo!
Toda esa noche, en el hondo silencio, se sintió palpitante el corazón potente de las bombas por el lado de la Aduana...
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Víctor Lorenzo Joaquín Edwards Bello nace en Valparaíso el 10 de mayo de 1887. Hijo de Ana Luisa Bello Rozas, nieta de Andrés Bello y Joaquín Edwards Garriga, importante banquero.
Estudia en el Colegio Mackay y más tarde en el Liceo Eduardo de la Barra. Durante estos años su
vocación literaria manifestó sus primeros indicios.
Así junto a sus compañeros de colegio Alberto Díaz Rojas y Cayetano Cruz-Coke, fundó la revista
quincenal "La juventud". El primer número de esta revista fue publicado el domingo 17 de marzo de 1901.
Un año más tarde publicó la revista El Pololo.
Contra los deseos de su padre, se dedicó tiempo completo a la literatura y al periodismo. En 1910 publicó su primera novela, El inútil, que lo marcó para siempre como rebelde y gran cuestionador de la realidad chilena, considerado un feroz y despiadado crítico.

Valparaíso, su revitalización: Escritor cosmopolita, Edwards Bello conservó siempre su apego al puerto donde nació, siendo inspiración para numerosos de sus escritos. Valparaíso, la Ciudad del Viento es una de sus más conocidas novelas, y fue publicada en versión inicial en 1931, aunque apareció más tarde con el título de En el Viejo Almendral y en 1955 con el de Valparaíso, Fantasmas.

El puerto fue también materia predilecta de sus crónicas, y según el mismo confesaría, requería cada cierto tiempo volver en tren hasta el mar para revitalizarse y rescatar los pasos perdidos
de su infancia.

De su producción literaria destacan novelas como El Roto, obra que encuentra su antecedente en La cuna de Esmeraldo, publicada en 1918, El chileno en Madrid y La chica del Crillón, en las que se manifiesta el espíritu de la época: la búsqueda de una identidad nacional, la pretensión de mostrar al chileno en su esencia, mejorar los vicios del pueblo y resaltar de manera solapada las virtudes del criollo, empresa que compartieron diversos movimientos, entre ellos el Mundonovismo, del que toma la estética naturalista para la descripción tanto del espacio como de los tipos humanos y su recíproca influencia.

Edwards Bello recibió el Premio Nacional de Literatura en 1943 y el Premio Nacional de Periodismo en 1955.
Sus últimos años no fueron gratos. En 1960 sufrió un ataque de hemiplejia bastante severo, del cual afortunadamente se recuperó gracias a los cuidados de su esposa y de la dieta indicada por el doctor Manuel Lazaeta Charán. Luego de una larga y sufrida enfermedad, que dejó sus piernas y cara paralíticas.

Uno de sus amigos recuerda haberle oído decir:

- Si alguna vez me suicido, digan que fue así. Si no van a correr el mito, en este país de mitómanos, de que me asesinaron.

Se cerró así una larga y destacada trayectoria de un hombre en las letras chilenas, que ha sido prolongada gracias a sucesivas ediciones de sus crónicas realizadas por Alfonso Calderón.

En el viejo Almendral; es novela fascinante. Situada a fines del 1800 y primeros años del 1900. En ella el personaje principal es el niño, chiquillo, joven y después adulto; Pedro La Cerda y
Alderete, quien relata su vida en el puerto, Limache y Santiago contando de sus amores por la siempre bella Florita, sobre su estricto padre y, sus entretenidas andanzas. Desde muy pequeño hace amistades con el joven Jorge Stepton; quien con el correr de los años resulta ser miembro de la Tercera Compañía de Bomberos de Valparaíso, y quien se batiría a muerte para salvar la vida de los habitantes de cierto edificio que fuere presa de las llamas en el barrio del puerto.

Dicha novela relata de maravillosa y a veces ácida forma la vida del Valparaíso de entonces.
...La parte colonial de la ciudad, con sus iglesias viejas y feas, era el revés. La población enriquecida prefería el plan, el Cerro Alegre y Viña del Mar, lo más lejos posible del chango nativo, de la moral ñoña y de la hipocresía levítica... Agregaría además que:
...En esa olla revuelta de razas se formaba un tipo de hombre inconfundible; de flor en el ojal y de chaleco de piqué: el porteño. Hombre nuevo que practicaba el Sandow y aprendía bailes novísimos don Franco Zubicueta: Boston, pas de Patineurs, Washington, Post y valse Renversante...

Gabriela Mistral dirá de él:
…Hijo más reprendedor de su padre no le nació a nuestro viejo Chile, satisfecho y sentado en sus prestigios…
Joaquín Edwards Bello se quitó la vida a los 82 años el 19 de febrero de 1968.

MANUEL RIOFRÍO PAPA




Don Manuel Riofrío Papa, prestigioso comerciante de la localidad, fue uno de los primeros en acudir a la fundación de la “Tercera”. Tenía su residencia en la calle General Cruz casi al llega a la avenida Pedro Montt, a pocos pasos de nuestro Cuartel.

Según los relatos, debido al acervo con que Don Manuel Riofrío cumplió con sus obligaciones de tercerino, lo que sumado a la cercanía existente entre su casa y el Cuartel, era siempre de los primeros en acudir a él cuando las campanas tocaban incendio.

Es designado Teniente durante los años 1854, 1856, 1857 y 1865, y Capitán en el año 1858, para convertirse en 1862 en el primer Comandante netamente tal que tuviera el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, pues como recordarán, hasta el año 1861 el cargo de Comandante iba ligado al de Superintendente.

En 1868 es elegido Director cargo en el que sirve a la “Tercera” en varias oportunidades.

Es tan grande la concepción del deber que el señor Riofrío sentía por el cumplimiento de sus obligaciones, que de él se dice “que dormía con la cotona debajo de la almohada, para no dejarse sorprender por la campana”.

Contaba don Manuel Luco que en cierta oportunidad la Compañía acude a un incendio, y que cuando varios discutían sobre la manera correcta en que debía atacarse, el señor Riofrío, dirigiéndose a don Manuel del Río, dijo:

- Usted, don Manuel, que procede del río (aludiendo al apellido de éste) es una buena ayuda en estos casos, pero yo estimo que el fuego se apaga mejor con un río frío (aludiendo a su propio apellido)”, y acompañando la acción a la palabra, ordenó el movimiento que creyó más adecuado.

Vice Comandante, Comandante y Director. Se distingue en el desempeño de estos cometidos por su gran energía y acierto, y por las inteligentes disposiciones que sabe tomar.

El señor Riofrío tenía gran cariño por la “Tercera”, que, después de su hogar, era para él lo más sagrado. En su familia el nombre de la Compañía y de todo lo que se relacionara con el Cuerpo de Bomberos, era pronunciado con santa emoción, y se explica así que la primera preocupación del señor Riofrío cuando sus hijos llegaban a la juventud, era llevarlos a él, para entregar los arreos del bombero voluntario que debían permitirle la conquista de los nobles idealismos que él persigue. Así hicieron su profesión de voluntarios los señores Sixto Antonio, Elías y Alberto.
No hay mejor elogio que las siguientes palabras del señor Ricardo Escobar Cerda, Secretario de la Compañía el día de los funerales de Don Manuel:

La Compañía, con sobrada razón, consideraba a don Manuel Riofrío como el verdadero padre de la Tercera y le tributaba un respetuoso cariño. Su memoria será imperecedera en los corazones de quines tuvieron la dicha de conocerlo y compartir su trabajo”.

Una calle lo recuerda en el viejo Playa Ancha de nuestro Puerto.

Su descendencia en las filas de la “Tercera” se vio compuesta por los siguientes miembros:
Sixto Riofrío Samit
Elías Antonio Riofrío Samit
Alberto Riofrío Samit
Alberto Riofrío Bustos,
Actualmente doña Margarita Riofrío Bustos, hermana de don Alberto Riofrío Bustos, es la flamante madrina de nuestra Bomba “Bomba del Almendral”.
Don Manuel Riofrío falleció el 2 de Mayo de 1887.

miércoles, 13 de mayo de 2009

EL BOMBERO DE LA TERCERA

Hoy, en días en que la prensa es presa de la mano cruda y fatal del “Amarillismo”, sería difícil imaginarse hallar alguna publicación que ocupase letras en enseñar a nuestra sociedad algún segmento social digno de pleno conocimiento. De hallarlo, sería casi imposible hacerlo de la manera que aquí se ha hecho.
Pues veremos ahora, cuales eran los reportajes que cautivaban a los habitantes de Valparaíso a principios del 1900, cuando los “gringos” tomaban en Te a las 5 de la tarde, y las Bombas a Vapor echaban más humo que los incendios.

Al penetrar apenas la epidermis social porteña, se da con un cuerpo duro, brillante, de extraordinaria consistencia y que atrae poderosamente la atención: es “El Bombero de la 3ª.”

Es un tipo de singulares características que figura en todos los grandes hechos de la actividad porteña.
Es síntesis de un orden social particular, que salta a la vista, que se impone y merece detenido estudio.

No estudiarlo, o pasar por encima de él, prescindir de él, sería, pues, imperdonable, para un periodista que llega y debe conocer el ambiente en que ha de actuar.
¿Cómo conocerlo? ¿cómo estudiarlo? ¿se dejará estudiar? ¿se dejará conocer así no mas?

Estas y muchas otras dudas me asaltaban, pero, recordando aquello de que con preguntas se llega a Roma, me puse en franca campaña de conspiración y espionaje sobre el Bombero de la 3ª.
¿Por dónde comenzar? ¿a quién dirigirme?

Me encontré en presencia de una respetable señora porteña, Matrona venerada de dos generaciones, buena y santa como madre y como abuela. Planteando el tema me respondió:

- Son los niños, buenos niños todos, buenos niños -

Y su serena mirada pareció nublarse por un recuerdo querido, ya muy lejano pero no menos intenso. Comprendí que no debía insistir.

Renové la tentativa con una preciosa niña, una morena primorosa, capaz de hacer entonar el mea culpa al solterón más empedernido. Apenas hubo esbozado la conversación, la linda se demudó y vivos sonrojos invadieron sus mejillas y le llegaron a las orejas. Vi que había metido la pata, que la plancha era irremediable y yo también me puse colorado.

Me topé con un joven, que se me ocurrió del oficio y le pregunté a quema ropa.

- ¿Es usted Bombero de la 3ª?
- ¡Sí! - Me respondió en tono tan vibrante y me abrió tales ojos que estimé prudente, escurrir el bulto, pero ese ya me había dicho algo.

Quiso la fortuna ponerme frente a un viejo porteño, amable y simpático, franco y dulce que me acogió sonriendo. Esta es la mía dije para mi coleto, y sin muchos ambages le puse el plato, lo más cerca y lo más bien que pude. El porteño viejo se acomodó en el sillón y comenzó lentamente, mientras me observaba con aire socarrón, salado como agua de mar:

- Para evitar digresiones le diré, mi amigo, que el Bombero de la Tercera nace, pero no se hace.
El que no ha nacido, llega, entra, si puede entrar, pero, no se siente bien, se estorba solo y concluye por emigrar.

- ¿Es valiente el Bombero de la 3ª?
- No sería nada.
- ¿Es bueno?
- Sería poco.
- ¿ Es leal?
- No sería mucho.
- ¿Filántropo?
- Mucho más todavía.
- ¿Abnegado?
- Más que eso.
- ¿Altruista?
- Más.
- ¿Humanitario?
- También
- ¿Heroico?
- Cuando se ofrece, pero eso no es todo.

El Bombero de la 3ª. es valiente, y sobre valiente bueno, y sobre bueno, leal, y sobre leal, filántropo, y sobre filántropo, abnegado, y sobre abnegado, humanitario, y sobre humanitario, heroico, y sobre todo esto, simpático, franco, sincero, hombre, y por encima de todo esto todavía, es buen muchacho. Y esto que no parece decir nada, lo dice todo, y aún deja algo por decir, ese algo que se deja sentir y que no se puede expresar.

-¿Es elegante el Bombero de la 3ª?.
- Viste bien, por que es persona correcta; pero, no se cuida mucho del asunto, porque no es muñeco. Y si fuera muñeco, no sería Bombero. Ni más, ni menos.

-¿Alegre?
- Como unas pascuas, por que no tiene nada que temer, por que nada esconde y por que nada debe, y si llegara a deber, paga, cuando puede y negocio concluido.

-¿Orgulloso?
- De su patria, de su puerto, de su Tercera, de los suyos, de si mismo, de sus amigos, sin odios y sin envidias, y alegrándose de los triunfos ajenos y celebrando el ajeno bien.
En la retozona y movediza muchachada Tercerina hay algo de los cadetes de Gascuña, lo alegre, lo bueno, lo noble, lo fraternal, lo indómito ante cualquiera tentativa de vasallaje y lo impávido ante el peligro inmediato y cruel. Más... en los cadetes de Rostandt hay algo de canalla y en los de la “Tercera” nada de eso.

- ¿Son seguros para el combo?
- Les gusta el box, en cuanto refleja acción, plenitud física; son buenos para los puñetazos o no son buenos; esto no les importa por que no entienden el Fierabrá, ni cultivan el matón.

- ¿Y para el trago?
- Se dice, en broma, que son como balazo para el frasco y algo hay de cierto: empinan alegremente el codo, ríen a carcajadas y celebran copas todo lo que se puede, las penas inclusive; pero sin que la armonía se rompa, sin que la decencia sufra. Sin que la dignidad se inmute. Y he aquí por que viven plena vida, y por que surge de ellos a borbotones la buena alegría del buen vivir, mal que esto pese a los apóstoles del agua, que no son otra cosa en el organismo social que la ampolla acuosa que hace salir a la superficie del organismo individual, el recargo un poco indiscreto del Gin o del Whisky, después de una o varias noches tormentosas.

- ¿Y es enamorado el Bombero de la 3ª?
- Todo lo que lícitamente se puede, y esto no significa que sea tenorio, de salón o encrucijada, ni ladrón de honras, ni terror de los papaes, ni afrenta de la sociedad.
Adora a las mujeres simplemente por que la mujer es digna de toda adoración, y le encantan los amorcillos simplemente por que los amorcillos son encantadores. Ama por que es hombre y por que es Tercerino y por que sin amor no hay hombre cabal ni Tercerino completo.
Pero, no se alaba de sus amoríos, por que sabe respetar, por que sabe respetarse, y aunque sea por broma siempre ama seriamente.

- ¿Y, como marido, qué tal?
- Con lo dicho, todas las probabilidades están porque, fatal y precisa y necesariamente , sea un buen marido. Hay unos mejores, hay otros espléndidos, los más son buenos, los menos son regulares; puede que haya algunos menos que regular, por decirlo así, sobre todo si ella no pone de su parte, todo lo que es menester.

Y si alguno sale malo, pésimamente malo, abominablemente malo, perfectamente se puede componer en el camino... cosas mayores se han visto.

Pero no traspasemos los dinteles sagrados del sagrado hogar. Como a su “Tercera”, respeta los hogares, el “Tercerino” y jamás toca sus umbrales, sólo en caso de incendio, cualquiera que sea el caso en que los traspasa, derriba y tala como una vorágine, compelido por su amor, por su inmenso amor a las víctimas del fuego!

Damas y caballeros, he aquí el Bombero de la Tercera!
CHANTECLER.

EL ENIGMA DE VALPARAÍSO, POR JOAQUÍN EDWARDS BELLO.




El enigma de Valparaíso, hoy, en enero de 1954, es el mismo de enero de 1920, cuando llegue tras nueve años de ausencia. La misma noche de mi llegada estallaron dos incendios cuyos resplandores vi desde mi ventana, uno por el puerto y el otro por Barón. Pues bien: con siete años de residencia en Paris, cuatro en España, en Inglaterra, en
Suiza, o en Portugal, nunca, nunca repito, supe de un
incendio. Digo siempre lo mismo porque es siempre lo
mismo. Je dis toujours la meme chose parce que c´est
toujours la meme chose (TARDIEU). No vi más bombero
que uno, el casi simbólico que mantiene la Comedia Francesa
en el foyer.
En otras partes no vi jamás un bombero. Me dicen que los de Barcelona visten de mezclilla. Son obreros.
En Valparaíso los bomberos parecen mariscales. Pisan fuerte. Me contó Antonio Romera que su padre tuvo un teatro en Albacete y que pagaba un duro diario al bombero municipal que exige el reglamento. Nunca vio un incendio en Albacete. Conste que admiro al Cuerpo de Bomberos de voluntarios de Chile. Es una escuela de virilidad y heroísmo. Mi tema va por otro lado del asunto.

Ahora, como en 1920, han tenido lugar dos incendios en Valparaíso y uno en Villa Alemana. Es domingo 31 de enero con aire bomberil. Abro los diarios y leo: Bautizo de una bomba Benz en Quillota… …El Concurso hípico hará homenaje al Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar… Fabrica de Escobas se quemo en Villa Alemana. Dos bomberos heridos…

Bombas, bomberos e incendios nos obseden. La noche de mi llegada tuvo lugar un simulacro de incendio que pude observar desde mi ventana, en Chacabuco esquina de la Avenida Francia. Se trataba de un incendio sintético, hecho adrede. En la madrugada del sábado se quemo en la calle blanco la oficina del agua potable. Quince millones de pérdida. Nos escapamos de una repetición de la catástrofe de 1953. Había explosivos cerca. Se sabe que en cierta parte del puerto hay explosivos para la exportación. Ningún barco ha querido cargarlos.

!INCENDIO! DÓNDE SERA? Fiesta de Valparaíso. En el incendio se pone a prueba el estado de las maquinarias, de los pistones, de los motores y de los bomberos. En suma: se pone a prueba el estado de Valparaíso. El pulso de la ciudad está en las bombas. La sirena que anuncia es espantable. Juicio Final. Ventanas, terrazas y cúpulas se pueblan de vecinos. Salen como están, para mirar. Los incendios acaparan la atención de todo el mundo. Entran en los dormitorios, en los restaurantes, en los teatros y en las oficinas.
Los bomberos, que aquí son empleados de Bancos, de tiendas y de ares, o doctores y abogados, se disparan y corren a buscar sus piolas, sus cascos y alguna toalla.

Las bombas de mi tiempo eran más bonitas, con caballos percherones. Don Arturo Edward Ross, hijo de doña Juana, panizo egregio, regalo dos pecherones a la Tercera bomba de los futres en la calle Victoria, hoy Pedro Montt. El edificio es el mismo, fundado en 1854. Es un club elegante, con piso de mosaico y estatuas. Igual que en mi niñez.
Enigma de Valparaíso. Para mí que es un negocio de seguros metarfoseado en deporte
viril.
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Enero 29 de 1920.-
Alarma. A las 5 ¼ p.m. se recibió alarma al haberse declarado un incendio en los patios de la estación del Barón. Salió la bomba la cual no trabajó, por que el fuego había sido extinguido. Se regresó al Cuartel a las 6 ¼ p.m pasando lista a 24 voluntarios.

Ejercicio. A la hora de citación se llevó a efecto el ejercicio a que estaba citada la Compañía. Una vez pasada la lista a 35 voluntarios y dos auxiliares, salió la Compañía con dirección a la Av. Francia esq. Calle Chacabuco, donde se hicieron varios ejercicios prácticos, haciéndose también una competencia entre la 1ª y 2ª sección, la cual consistía en armar dos tiras, colocar la llave y dar agua, estirando todo el material como a 80 metros del grifo, saliendo vencedora la segunda sección por 17 segundos, teniendo presente que a la segunda le faltaban 3 voluntario.
Se regresó al Cuartela las 12.10 a.m.
Oficial de Guardia
Pedro Tortello
Teniente 1º.-

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Enero 29 de 1954.-

Incendio
Lista Nº 10

A las 23.35 horas la Central Bombas dio alarma de incendio, indicando como sitio amagado el edificio y laboratorio de la administración de Agua Potable ubicado en calle Blanco entre Las Heras y Rodríguez. Se trataba de un siniestro de proporciones, que pudo adquirir caracteres de tragedia por existir tubos de oxígeno y materias inflamables en ese local y los que por suerte se ubicaron de inmediato y fueron retirados oportunamente. Nuestra Compañía armó los grifos de Blanco con Las Heras y de Rodríguez con Carrera habilitando dos potentes chorros con los que se trabajó, al igual que las demás Compañías, con mucho entusiasmo, lo que hizo posible dominar el fuego dentro de un plazo prudente. A las 1.20 horas la Comandancia dio orden de retirarse en vista de no ser necesaria ya la presencia de todas las Compañías. Nuestra Compañía trabajó a las órdenes del Capitán y asistieron 21 señores voluntarios.
El consumo de bencina fue de 46 litros para la American La France.
Incendio
Lista Nº 11

A las 12.40 horas la Central Bombas dio alarma general por haber un principio de incendio en el cité Moltedo ubicado en calle Colón esquina de Freire, edificio que figura en la lista negra del Cuerpo por su antigüedad y ligera construcción. Afortunadamente no era nada de cuidado y los moradores se encargaron de apagarlo, siendo inoficiosa la salida del material. A este acto concurrieron 27 voluntarios que pasaron lista al mando del Sr. Capitán.
Arturo Polanco Bravo
Oficial de Guardia
Teniente 1º

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MEMORIA DE LOS TRABAJOS DE LA COMPAÑÍA DURANTE EL AÑO 1869. BOMBA "COUSIÑO y CACHAPOAL"


En obedecimiento al mandato expreso del inciso 11, artículo 9.º del Reglamento, que tan fielmente ha sido observado por mis predecesores, tengo el honor de presentar una reseña sucinta de la marcha de la Compañía, durante el periodo del 1.º de Enero al 31 de Diciembre de 1869 en que me cupo la honra de ser Secretario.

En éste periodo la incorporación de nuevos compañeros ha sido extraordinaria y, no temo aseverar, mui superior a la de todos los años anteriores. El doctor D. Ramón Allende Padín, que es uno de los Voluntarios incorporados, nos ha dado a conocer que su incorporación a la Compañía era una adquisición de que debíamos complacernos, ya por su entusiasmo en el servicio y ya particularmente por la dedicada contracción que ha manifestado atendiendo a los compañeros enfermos.

Es también digno de notarse que las bajas han ocurridos en mui corta escala relativamente a las incorporaciones, y que aquellas han tenido lugar casi esclusivamernte por ausentarse de Valparaíso alguno de nuestros compañeros, sin que hayamos tenido que deplorar ningún caso de muerte.
Hemos tenido si la desgracia de haberse lastimado gravemente en el trabajo nuestros compañeros D. Juan Enrique Pérez Izquierdo en el primer ensayo de la Cachapoal, y de D. Salustio Beeche y D. Carlos Schröder en el incendio del 19 de Noviembre. Felizmente, todos ellos han recobrado la salud, conservando únicamente las cicatrices de sus heridas recibidas en el servicio de la institución.

Los Auxiliares de la Compañía, durante el intervalo de tiempo que vengo refiriéndome han sido puntuales en las asistencia, pudiendo asegurar que pocas veces en los periodos pasado se ha visto un entusiasmo mayor para el cumplimiento del deber; y como consecuencia lejítima la moralidad y la disciplina no han tenido que sufrir, y, por el contrario, me es grato asegurarlo, han ido a una altura de donde ojalá nunca desciendan.
Las bajas que han ocurrido, han sido llenadas a debido tiempo y con ventajas, y sin que el servicio de la Compañía se haya resentido en lo menor.
En resumen, la sección de Auxiliares está compuesta de hombres jóvenes, conocedores de sus obligaciones y entusiastas por conservar la dignidad del traje que visten.

Este periodo no ha sido estéril tampoco en mejoras materiales; por el contrario, tienen alguna importancia, como lo habréis notado día a día por vuestras propias observaciones y como os lo recordaré en una sucinta reseña, pues no es mi ánimo molestar la atención con un análisis de ellas, porque temería esceder los límites que corresponde a un trabajo de esta naturaleza.

En el transcurso de dicho año llegó de Europa la bomba a vapor denominada Cachapoal, que es el más poderoso con que cuenta, no sólo la Compañía, sino todo el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.
Creo de mí deber hacer presente que los compañeros Clark han empeñado nuestra gratitud, pues ellos hicieron el encargo a Inglaterra y corrieron con su entrega a la Compañía, sin que a ésta se la grabara con el pago de comisión ni derechos de ningún jénero. En el mismo caso los Sres. D. Anjel Prieto y Cruz y D. Juan de la Fuente, que tuvieron la bondad de hacer armar esa bomba en la Maestranza de Ferro-Carril, sin estipendio alguno y solo por el deseo de ser útiles a una asociación tan humanitaria y desinteresada como la nuestra, y así mismo los Sres. Costa e Hijos que no grabaron a la Compañía con ningún gasto, sin embargo de haber sido ellos que se encargaron de armar primeramente la bomba hasta dejarla en estado de servicio y colocada en nuestro Cuartel.
La bomba Cousiño igualmente ha sido reparada en su totalidad, pues a causa del largo uso de que ella se ha hecho en el servicio de los incendios y ejercicios, había sufrido graves averías, tanto como en su construcción como en la pintura y otros accesorios. Esta reparación ha sido costeada con fondos jenerales del Cuerpo de Bomberos, a escepción de la pintura que costó $100 y se pagaron por la Compañía.

El Cuartel ha recibido mejoras considerables, tanto interior como esteriormente, pudiendo decirse que casi todo ese corto periodo se ha ocupado en reparaciones de mas o menos importancia, de tal manera que en la actualidad es un elegante edificio, y, no temo decir, ocupa un lugar preferente en las construcciones de este jénero.

Habiendo ya hecho referencia del personal de la Compañía y de las principales mejoras materiales, debo mencionaros algunas otras de distinto orden que han producido escelentes resultados.

El establecimiento de un billar no solo ha proporcionado nuevos fondos para la Compañía, sino que ha contribuido a estrechar mas la comunicación entre los asociados, aproximándose así a la formación de un Club de Bomberos, en el que se conseguirá el doble objeto de unir y poner en contacto a todo miembro de las diversas compañías y formar un centro, en el que se pudiera tratar día a día los intereses jenerales del Cuerpo armonizándolos con los de cada compañía en particular.
La idea es debida a nuestro compañero D. Mateo Clark; pero su realización exijió la constancia y actividad de la comisión informante compuesta de D. Pedro González Miranda, D. Anastasio Bello y D. Mateo Clark, y de la comisión encargada de su plantación, que la formaban D. Francisco Blanco, D. Víctor Pretor Freire y D. Pedro Joaquín Verdugo.

Respecto de los fondos de la Compañía, según se acredita por el Balance Jeneral del año y que acompaño, se hallan en escelente pié, a pesar de que, he dicho anteriormente, se han realizado obras y trabajos de alguna importancia.
Esta lisonjera situación de nuestras finanzas, que espero vaya en progresión ascendente cada día, es también debida en parte a la idea del Capitán D. Anastasio Bello, quien propuso y obtuvo que la cuota de 50 cts. con que antes contribuía cada socio, se aumentara a un peso.

Me es grato terminar este trabajo, espresando aquí el juicio generalmente admitido de que nuestra Compañía lleva un rumbo harto prospero, no solo por el poder material que cuentas en sus máquinas para combatir al elemento devorador, sino especialmente por la armonía y fraternidad que ha reinado siempre hasta aquí entre los asociados y que espero seguirá siendo un hecho, mientras tengamos, como tenemos, un personal de Voluntarios que sabe estimar perfectamente como de la desunión y discordia solo puede nacer la decadencia y desprestijio de una institución llamada a prestar mayores o tan importantes servicios como los prestados hasta aquí en pro de la localidad.

He tratado de presentaros un programa de los acontecimientos que se han desarrollado en el periodo de que doi cuenta, dejando los detalles y relación minuciosa a los documentos adjuntos que son:
Lista de las Reuniones, Ejercicios, Alarmas e Incendios.
Lista de Asistencia de Voluntarios.
Balance Jeneral del año, y finalmente
Lista de suscritores a Fondos de la Compañía


Valparaíso, Diciembre 31 de 1869.


JUAN NICASIO GREEK
Secretario.

martes, 12 de mayo de 2009

JUAN ENRIQUE LYON SARRATEA

Juan Enrique Lyon Sarratea. Nacido en Valparaíso el 30 de Septiembre de 1879. Ingresa a la "Tercera" el 17 de Marzo de 1898 contando con 18 años de edad.

Realiza sus estudios en Inglaterra, donde resulta ser compañero de curso de Eduardo de Windsor, primogénito de Jorge V, y quien durante tan sólo 326 días sería Monarca del United Kingdom, ya que abdicaría para contraer matrimonio con la Estadounidense Wallis Simpson.

Cuando el Príncipe de Gales visitó Chile en 1925, don Juan Enrique fue nombrado su "attaché". El rey Jorge V de Inglaterra lo condecoró como Caballero Comendador de la Orden del Imperio Británico. La Excelentísima Orden del Imperio Británico es una Orden de Caballería británica, instituida el 4 de junio de 1917 por el rey Jorge V. La pertenencia a la orden es otorgada por el rey de Inglaterra a todos aquellos que hacen algo significativo en nombre del Reino Unido.

Destacado Comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso durante los años: 1918, 1919, 1920 y 1921 - 1934 y 1935, de quien aun se conservan sus tan bomberiles “Ordenes del Día”.

El 31 de diciembre de 1935 se acerca a nuestro Cuartel y anónimamente estampa en el Libro Diario de Oficiales un mensaje que sabía sería el último de su vida ocupando tan importante cargo:

“Mi último acto de Comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso es desearles a mis queridos compañeros de la 3ª un próspero y feliz año nuevo y suscribirme como su voluntario y amigo afectísimo”.

En el año 1924 es designado Miembro Honorario del Directorio General por mérito.

Oficial que sirve como Teniente, Secretario, Capitán y Director de la "Tercera".

Tras su sería apariencia se escondía un gran sentido del humor que lo destacaba en toda reunión.

En posesión del mando que otroga el reglamento del Cuerpo a los Comandantes, don Juan Enrique era infalible. Cuenta nuestro querido Compañero Jorge Jiménez, que siendo su padre un jóven Voluntario, le correspondió a fines de la segunda década del siglo XX ser ayudante del Comandante Juan E. Lyon. En medio de un gran incendio que deboraba ya grandes proporciones en las primeras horas de la mañana en la avenida Errázuriz, se vino a topar con la tozudez de un maquinista de ferrocarriles que a esa hora conducía el primer tren hacia el interior y se veía imposibilitado de continuar su recorrido debido a las armadas del Cuerpo que atravezaban la vía férrea hasta el mar desde donde se abastecían las bombas. Ante la negativa de don Juan Enrique de desarmar para dar paso al tren el susodicho maquinista amenazó con pasar el automotor por sobre las tiras de manguera. La indignación de nuestro Comandante fue tal, que replicó lo siguiente:

- ¡Oiga usted, tras de mi hay cerca 150 Bomberos, si usted da nuevamente movimiento a ese tren, ordenaré a mis Voluntarios que se lo den vuelta! -

… y punto final a la discusión.
Sin duda, uno de los más destacados tercerinos que han pasado por nuestras filas.
Nadie como Juan Enrique Lyon para comandar al Cuerpo de Bomberos de Valparaíso en los locos años 20'.
Don Juan Enrique Lyon Sarratea fallece el 12 de febrero de 1964.


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Del libro "EPOPEYAS TERCERINAS"
de Claudio Chaparro Forn, Voluntario de la Tercera.

RAFAEL L. BARAHONA SAN MARTÍN


Galos es una calle de apenas tres cuadras en el Cerro Alegre de nuestro Puerto. Si uno camina por ella en dirección a calle Montealegre, divisa en el fondo unas palmeras que subsisten al interior de un gran sitio eriazo. El sitio, a su vez, posee un gran portón de fierro, inspirado en el Palacio Real de Viena, que, a pesar de la injuria del tiempo, habla de algún modo de la antigua vida de aquel espacio... En ese lugar estuvo la casa de un porteño sabio y bondadoso, fallecido en 1940: Don Rafael Luís Barahona San Martín.

Estudió en el colegio Inglés Radford de Santiago, y luego en el Instituto Nacional. Posteriormente ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, titulándose de abogado el 7 de agosto de 1901; la tesis se tituló El ejército como órgano del Estado.

Se radica en Valparaíso para ejercer su profesión, siendo abogado de numerosas empresas, entre las que destacan: Compañía Sudamericana de Vapores, Compañía Salitrera Agua Santa, Banco Nacional, Wessel Duval y Compañía, Sociedad Fábrica de Cemento El Melón, Braden Coper Co., etc. Fue director de La Chilena Consolidada, de la Cooperativa Vitalicia, de la Compañía Salitrera Perfetti, de la Compañía de Seguros la Internacional y de Seguros Esmeralda, 1923; director y vicepresidente del Banco Español; además en 1939, era director de Seguros de Vida La Chilena Consolidada, de la Compañía de Gas de Valparaíso, y de la Compañía de Gas de Antofagasta.

Con su saber, su inquietud por la justicia y corrección personal, ganó la confianza de una excelente clientela a la que atendía importantes asuntos. Sin embargo y como muestra su desinterés económico, a los sesenta y tantos años, edad en que queda invalido, no había logrado formar una situación que le permitiese mirar con tranquilidad el porvenir.

Don Rafael Luís inició su carrera como militar, siendo compañero de estudios de don Carlos Ibáñez del Campo, Olegario Lazo Baeza y también de don Arturo Prat Carvajal, hijo de nuestro Héroe de Iquique, llegando a ostentar el grado de Capitán de Caballería.

Nuestro antiguo Compañero; cultivó también el periodismo, viviendo una estrecha y larga relación con El Mercurio de Valparaíso. Ingresó como Jefe de Crónica y culminó su carrera como Editor Jefe. En sus textos brillaba ese sentimiento tradicional que quiere ver una Patria unida, sin odios ni rencores, esforzándose en plena armonía por la grandeza y bienestar comunes. No hubo obra de progreso que no contara con el aliento optimista que estampaba la pluma de don Rafael Luís.

Intervino con todas sus fuerzas en iniciativas de orden público tales son: La Escuela de Enfermeras, la Clínica de Ojos, el Hogar Infantil de Villa Alemana, la fundación para Habitaciones Obreras, etc. Participo además activamente en el Colegio de Abogados de Valparaíso y en nuestro Cuerpo de Bomberos, siendo en ambas; El primero entre sus pares. Actuó en política, contando con el respeto unánime de todas la tendencias; fue Diputado, Senador y, en un difícil momento para la República, Ministro del Interior.

De porte y conducta de gran gentleman y con bonhomía habitual al conjuro de su simpatía penetrante y acogedora y tan suya, abarcó todas las actividades de este Puerto, siempre sereno, benévolo y optimista, derrochando sus múltiples facultades para prodigarse por entero a la colectividad.

A Continuación recordaremos algunos testimonios de su nieta doña Gloria Barahona Sánchez:

“Cada vez que nacía un hijo o hija, hacia funcionar una cureña, que le había regalado un Almirante Ingles; el artefacto se cargaba por la boca y con mucha pólvora; cada disparo hacia temblar a todo el Cerro Alegre y todos los vecinos sabían que, nuevamente, mi abuelo había sido padre, tuvo ocho hijos”.

“Cuando era Comandante del Cuerpo de Bomberos, conoció a don Juan Esteban Montero, que era entonces Presidente de la República, en un aniversario del Cuerpo de Bomberos que se celebraba en el estadio Las Zorras; (Hoy Barrio O,Higgins) el Presidente de la República al hacer su aparición en público, causó gran admiración a la concurrencia. Mi abuelo, en varias oportunidades compartió la mesa con la familia del Presidente, en la casa de Cerro Castillo”.

“Cuando le avisaban que había Incendio, despertaba a su hijo Rafael para que le manejara un Hudson Super-Six, abierto con siete asientos, bajando por el Cerro Alegre iban recogiendo a otros Compañeros que vivían en el sector y en una oportunidad llegaron al Incendio 14 personas en el auto”.

“En la capital era Voluntario de la 5ª Compañía de Bomberos. Cuando se vino al Puerto ingresó a la 3ª Compañía de Valparaíso por el Canje que hay entre ambas; se familiarizó tanto con la “Tercera” que le pidieron que se hiciera tercerino. Insistió en esto especialmente don Carlos Van Buren, y efectivamente así lo hizo, llegando a ser Superintendente y Comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. Don Carlos Van Buren lo estimaba mucho y lo eligió como Abogado en su testamento, Abogado partidor de su herencia, misión que cumplió rigurosamente”.

Don Rafael Luís sirve en los cargos de Comandante (desde 1921 hasta 1931) y Superintendente (desde 1933 hasta 1940) falleciendo en ejercicio de este último.

En 1906, ejerció la cátedra de Derecho en el Instituto Comercial de Valparaíso, también la asignatura de Legislación. Además, fue profesor de diversas materias en la Escuela Naval, entre los años 1906 a 1911. Enseñó Derecho civil en la Escuela de Derecho, y esta misma cátedra en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de Valparaíso.
Se desempeñó como ministro del Interior entre el 19 de diciembre de 1924 y el 23 de enero del año siguiente, durante una de las juntas de gobierno instauradas en ese periodo.
El mismo día que asumió la jefatura ministerial, firmó el decreto que dividía en dos el Ministerio que antes se llamaba de Guerra y Marina. Dispuso que estos ministerios estuviesen presididos por militares o marinos, para evitar así, las influencias políticas en los cambios ministeriales. Integró las filas del partido Nacional y del partido Liberal, siendo presidente de este último; posteriormente fue nombrado presidente honorario.

Fue electo senador por Valparaíso, periodo 1924-1930, en representación del partido Nacional; fue senador reemplazante en la Comisión Permanente de Obras Públicas y Colonización y en la de Hacienda y Empréstitos Municipales; integró la Comisión Permanente de Guerra y Marina.
No completó su periodo senatorial, debido a que el Congreso fue disuelto en 1924, por Decreto de la Junta de Gobierno. Dos años más tarde, fue nuevamente electo senador, por la Tercera Agrupación Provincial Aconcagua y Valparaíso, periodo 1926-1934; fue nombrado vicepresidente del Senado, 1º de marzo de 1926. Integró la Comisión Permanente de Trabajo y Previsión Social. Fue socio del club de La Unión, 1923; socio fundador del Círculo de la Prensa de Valparaíso; Integrante y presidente del Club de Valparaíso; socio del Club de Viña del Mar; miembro y presidente de la Asociación de Regatas, siendo nombrado presidente honorario del Club de Regatas; socio del Colegio de Abogados y presidente del mismo, 30 de abril de 1935.
Participó en la Liga Marítima de Chile y en la Junta de Beneficencia.
Recibió distinciones del Cuerpo de Bomberos, por 25, 30 y 35 años de servicio a la institución; fue galardonado con la Medalla al Mérito Municipal, a la de Caballero de la Orden de la Corona de Italia y embestido con el cargo de Comandante honorario del Cuerpo de Bomberos del Perú.

Al interior de “Tercera” establece un record jamás igualado, pues a casi dos años de su ingreso a la Compañía es elegido oficial, obligación que no abandona si no hasta el día de su muerte, sirviendo como oficial de la Compañía y del Cuerpo sin interrupciones; nada más y nada menos que por Treinta y tres años.

La “Tercera” lo recuerda por haber sido uno de sus más destacados miembros. Su hijo Rafael Luís Barahona Starh, hoy por hoy es el miembro más antiguo del Cuerpo, y al igual que su padre le corresponde servir por cinco años en el puesto de Superintendente.

Nuestro Compañero Claudio Chaparro Forn ha mostrarnos de manera fidedigna al hombre y al tercerino en el siguiente extracto.

“¿Cómo han podido nuestros cuerpos de bomberos mantenerse cada vez más vigorosos y prósperos a través de tantos años de existencia?

Tres son a mi juicio los factores: El primero, el ideal que anima a los hombres que se congregan bajo los estandartes bomberiles: servir a la actividad a impulsos del más elevado de los principios, del principio de la solidaridad humana.
El segundo factor, es el sólido, el férreo concepto de disciplina y jerarquía que hay en ellos. Se elige libremente a los oficiales entre los más capaces; se tiene confianza y seguridad en éstos y se les secunda, obedece y respeta. Sin disciplina y sin jerarquía no hay orden y, sin orden, no hay organización posible.
El último factor, una vindicación del régimen democrático. Cada uno de nuestros cuerpos de bomberos es, por sí mismo, una democracia. Surgen en ellos los capaces, los abnegados y los dignos, que hacen honor con su esfuerzo y su conducta, al uniforme que llevan y a la Compañía que pertenecen”

Nació en Santiago, en el año 1878; hijo de Manuel Ramón Barahona y Rafaela San Martín. Se casó con María Victoria Stahr y tuvieron hijos.

Dejó de existir en Valparaíso, el 22 de agosto de 1940.

LUÍS COUSIÑO AQUELLA


Don Luís Cousiño Squella (1835 - 1873), hijo único y heredero universal de don Matías Cousiño, hombre intrépido en los negocios que pasara a los anales de la historia de Chile por haber iniciado la explotación carbonífera a gran escala. Nació en Santiago en 1835.
Huérfano de madre, su educación estuvo a cargo de doña Luz Gallo y se crió junto a sus hermanastros, Emeterio e Isidora. Desde joven su padre lo vinculó al mundo de los negocios, incluyéndolo en la sociedad de comercio "Cousiño e Hijo" (1855), recibiendo como herencia los yacimientos de Coronel y la mitad de Lota. En 1863, al fallecer don Matías, compró la otra mitad de la compañía y extendió sus actividades, integrando la extracción del cobre. Fomentó la explotación de la plata (todavía poseía la veta "Descubridora" en Chañarcillo) e introdujo en Chile la industria de la seda.

Habiendo heredado el afán por lo nuevo, trajo de Europa importantes adelantos técnicos en maquinaria para el cultivo de la tierra e incluso una de las primeras máquinas fotográficas que se vieron en Chile.

Amante de la naturaleza se propuso traer especies arbóreas de diferentes partes del mundo para embellecer sus parques. Creó el Parque de Lota, con una superficie superior a las 15 hec. (Donde mas tarde su viuda construyó un Palacio que nunca habitó y que fue destruido con el terremoto de 1960) y el parque de la Viña Cousiño Macul de 40 hec. En 1870 el gobierno decidió entregarle el terreno ubicado entre las avenidas Tupper, Viel, Rondizzoni y Beauchet, para que creara un parque para la ciudad. De las 38 hec., debía reservar al gobierno una elipse de 690 x 440 metros, donde el 19 de septiembre de cada año se efectuaría la parada militar, tradición que continúa hasta nuestros días.
Para llevar a cabo esta obra contrató al paisajista español Manuel Arana Bórica, quien diseñó un paseo público al estilo de Bois de Boulogne de París. Lo entregó el mismo año de su muerte, por ello fue llamado “Parque Cousiño”, en honor a su creador. En 1855 se había casado con su hermanastra, Isidora Goyenechea Gallo. Como su esposa y heredera, quedó al mando de la familia compuesta por 7 hijos: Alfredo, Luís Alberto, Carlos Roberto, Luís Arturo, Adriana, Loreto y María Luz.

Don Luís Cousiño Squella figura en la lista de fundadores de la “Tercera”, fue elegido su primer Director en dura sesión pues, debido a su corta edad (19 años). Los señores Saturnino y Bernardo Costabal se opusieron a este nombramiento, alegando que no querían por Director a un joven sin mayores conocimientos, y propusieron al señor José Agustín Gándara.
Con este motivo se resolvió hacer el nombramiento por votación secreta, resultando elegido el señor Cousiño por 32 votos contra 28 que obtuvo el señor Gándara.

Su padre, nuestro primer gran benefactor, es quien dona a la “Tercera” su primera bomba la que sería a palancas y sirviera por 29 años. La “Tercera” llamaría a su nueva bomba “Cousiño”, nombre que la Compañía mantiene hasta nuestros días.

Luís Cousiño Fallece en Perú en 1873 a la edad de 38 años, aquejado de tuberculosis.

A 80 AÑOS DEL FALLECIMIENTO DE DON CARLOS VAN BUREN VALLEJO



Compañeros:

…Hicieron ayer justamente diez años!... En una gris mañana otoñal, mientras en la huerta florida del hombre que gusta gozar de los encantos de la naturaleza después del rudo batallar cotidiano, las hojas de los árboles, exhaustas y faltas de sol, iban cayendo una en pos de otras, adentro, en el hogar, se extinguía apaciblemente la vida de un hombre bueno y generoso!... y ese caer incesante y copioso de las hojas, parecía hacer compás con las últimas palpitaciones de su alma, que también falto del calor que vivifica, se iba desprendiendo de su envoltura temporal para remontarse a lo Alto, en busca de una vida infinitamente mejor!...


Así nuestro animoso Secretario; Guillermo Ernesto Meyer, en un trabajo leído en Sesión Solemne celebrada el 26 de abril de 1939 recuerda a quien tanto diera por la ciudad y la “Tercera” a diez años de su partida. Hoy a pocos días de conmemorar los 80 años del fallecimiento de quien fuera uno de los más destacados hombres que haya pasado por nuestras filas, hemos de transcribir algunos datos referentes a la vida y obra de don Carlos Van Buren, los que esperamos, sean de vuestro interés.

Don Carlos Van Buren Vallejo nació en la ciudad de Copiapó un 1 de octubre de 1868. Sus padres fueron Don Juan Melitón Van Buren, descendiente de una antigua familia flamenca avecindada en el sur de los Estados Unidos, y que dio a ese país su octavo Presidente, y Doña Damiana Vallejo, hija de una distinguida familia atacameña que proporcionó a su Provincia preclaros servidores.
Don Juan Melitón Van Buren había llegado a Chile contratado para las obras del ferrocarril de Caldera a Copiapó, el primero construido en Sudamérica.

La familia Van Buren Vallejo tenía su residencia en el barrio de la Chimba, en la calle El Pino, y ahí pasó Don Carlos los primeros años de su niñez.

Muy niño, Don Carlos fue enviado al Liceo de Copiapó, a aprender sus primeras letras, y donde su hermano mayor Juan ya cursaba humanidades, destacándose ambos por resultar ser aventajados alumnos.
Varias décadas después, y a raíz del terremoto que azotó a Atacama el año 1922, volvería Don Carlos a los corredores que lo vieran forjarse en el hombre piadoso y caritativo en que se convertiría con el correr de los años. Como prueba del cariño que emanaba de sus recuerdos estudiantiles, obsequió a su viejo Liceo una valiosa colección de la “Enciclopedia Espasa”, la que el Liceo conservó en un sitio de honor durante muchos años junto al retrato del donante. A este regalo agregaría la obra de Frank H. Simmonds “Historia de la Guerra del Mundo”, ampliando así dicha biblioteca, considerada una de las más importantes de Chile del primer cuarto del siglo XX.

Ya situado en los estudios secundarios Don Carlos es enviado a Valparaíso donde ingresa al Colegio Ingles del Cerro Alegre, en donde adquirió una sólida y completa preparación comercial.
Egresado de dicho establecimiento Don Carlos pasa a ocupar su primer trabajo en el Banco de A. Edwards y Cia., presentado allí por otro buen servidor de la “Tercera”, su buen amigo Don Roberto Felipe Délano Ross, trabajo que no habría de abandonar jamás. Paulatinamente desde su ingreso como empleado corriente desde 1885 comienza a demostrar sus dotes de hombre responsable y bien premunido de los conocimientos que se hacen necesarios para desenvolverse de manera óptima y aventajada en el acontecer de sus actividades, llegando así, a ocupar la Gerencia de dicho establecimiento el año 1913.
En el año de 1920 dejaría la Presidencia del Banco de A. Edwards y Cia, otro buen amigo, y también destacado porteño y tercerino, me refiero a Don Ricardo H. de Ferrari, situación por la cual Don Carlos pasaría a ocupar la más elevada jerarquía de la institución, la que mantendría hasta el día de su muerte.

Accionista en diversas sociedades comerciales, el señor Van Buren fue muy pronto llevado al seno de sus Consejos Directivos, y en ellas aportó con la luz de su inteligencia y conocimiento en forma eficaz y beneficiosa. Puestos de ésta naturaleza ocupó en la Compañía Sudamericana de Vapores, Compañía de Cervecería Unidas, Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, entre otras.

…Por la profunda versación que el señor Van Buren llego a adquirir en el manejo de los negocios era considerado en el comercio un verdadero mago de las finanzas; pero, como ya lo dije en una oportunidad, aun en estas actividades, en las que generalmente el egoísmo y la reserva se imponen como necesidad esencial para obtener el éxito, se dejaba ver también la natural bondad de esta hombre todo corazón; amigo de sus amigos, que jamás emprendía una negociación sin iniciar a sus íntimos en los secretos del éxito. Ganando él, ganaban sus amigos!...


Pero como nos referimos a un hombre bueno!... Sería mezquino de nuestra parte no nombrar a aquellas instituciones que nada aportan en cuanto a ganancias económicas, pero que tanto ayudan al engrandecimiento de las virtudes de los hombres; Don Carlos participó activamente en la Liga de los Estudiantes Pobres, La Sociedad Protectora de la infancia, La Beneficencia Pública, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, el Centro de Propaganda Contra la Tuberculosis, en el Círculo de la Prensa, en la Liga de Sociedades Obreras, en la Sociedad de Instrucción Primaria, en la Escuela Federico Varela, además fue gran benefactor de la Asociación de Artesanos, entre otras.

Designado Administrador ad honores del Hospital San Juan de Dios, Don Carlos ingresa a la tarea de reconstruirlo después del terremoto de 1906. Con verdadero cariño ve concretada su noble obra años mas tarde, transformando así un casi inservible edificio, en un moderno centro hospitalario, resguardo para todo aquel que así lo requiriese.
Pero no sólo del giro de cheques se conformaba su ayuda, sino también, de la inesperada y tan necesaria visita que practicaba con tanto placer para acompañar en su lecho a los más enfermos y desamparados de la ciudad. No era raro verlo llegar al Hospital cargando un puñado de fuñingues, que eran los cigarrillos que gustaban al pueblo, de los cuales en más de alguna oportunidad se le vio compartiendo al borde de la cama junto los enfermos.

Cuando Valparaíso requirió de sus servicios, no dudo, pese a su delicado estado de salud debido a los excesos que se permitió con el tabaco, en aceptar la labor de Alcalde, la que si bien no fue prolongada debido a sus afecciones, demostró grandes adelantos y legó a la ciudad más que necesarios servicios.

El 11 de noviembre de 1887 ingresaba a la “Tercera” a la cual serviría tan espléndidamente con sus servicios, incluso hasta después de su muerte.
Es elegido Secretario en 1889, Ayudante en 1892, Sargento y Elector de Oficiales Generales en 1894, y en 1895 es elegido Capitán, puesto que conserva hasta 1898, siendo en 1900 elegido nuevamente Capitán, para en 1902 servir brillantemente en el puesto de 2º Comandante, y desde 1903 hasta 1913 como Consejero. El año 1914 es designado Miembro Honorario del Directorio General en virtud a los dilatados servicios que prestara al Cuerpo de Bomberos. En 1917 es elegido Director de Compañía, y en 1921 Superintendente del Cuerpo, puesto que por problemas de salud debe abandonar el año 1923, siendo nombrado al año siguiente Superintendente Honorario.

En el año 1913 el señor Van Buren encarga a Europa una moderna bomba automóvil marca Benz, la que es inaugurada el 8 de marzo de 1914. Años mas tarde proporcionaría los recursos necesarios para adquirir el reemplazo de dicha bomba.
En las fiestas que organizó la Compañía para celebrar la llegada de la nueva bomba, se le consultó al señor Van Buren que indicara, según su parecer, cuál sería la forma más conveniente para celebrar la llegada de tan moderno y novedoso elemento. El señor Van Buren resolvió que la Compañía se presentara vistiendo uniforme en el Hospital San Juan de Dios para visitar a los enfermos y obsequiarles cigarrillos y golosinas.

No solo a la “Tercera” donó el señor Van Buren moderno material, varias otras Compañías gozaron de ese justo privilegio.

… Don Carlos era para sus amigos de la “Tercera” un camarada leal y afectuoso, y en la vida cotidiana del Cuartel borraba los linderos de la jerarquía, haciendo sentir a todos, en los viejos y en los jóvenes, el calor de la amistad. Gustaba contar lo que había visto y observado en sus diversos viajes por el extranjero, y era muy aficionado a los chistes y anécdotas, de las que tenía un gran repertorio. El señor Van Buren era metódico, y casi siempre se presentaba al Cuartel, especialmente en las fiestas, después de haberse dado un baño y tomado una ligera colación, y esto hacía que resistiera con mayor lucidez que los demás, los efectos de esos agentes que en toda época se han usado para animar el espíritu!...

Habiendo observado la importancia que tienen en los Hospitales los servicios de las Enfermeras, en su testamento otorgó una cuantiosa suma de dinero para la construcción de una Escuela de Enfermeras, procurando así que las generaciones venideras, pudieran disfrutar de los invaluables y delicados servicios que prestan estas abnegadas servidoras.

Transcurrido un mes de la muerte del señor Van Buren, una Junta de Beneficencia pidió al Ministro de Bienestar Social (actual
Ministerio de Salud), cambiar el nombre del entonces Hospital “San Juan de Dios” al de “Carlos Van Buren”, realizándose por Decreto 974 del 24 de mayo de 1929.

Tampoco se olvido de la “Tercera” a la cual proveyó de una cuantiosa suma de dinero para dotarla de buen material durante varios años.

He aquí, escrita someramente la vida de un gran hombre que supo servir a Valparaíso con el título de Filántropo.

…El señor Van Buren flota como una luz que orienta y anima; y, que cuando después de los Actos del Servicio se proclama su nombre como el más ilustre de nuestros Voluntarios, es como si lo viéramos de nuevo, con su noble rostro, señalándonos la senda honrosa del futuro!...

Don Carlos Van Buren Vallejo fallece en Viña del Mar el 25 de abril de 1929 rodeado de hombres y mujeres que han de agradecer por siempre la gran obra que ha de dejar en ellos la bondad de nuestro más preclaro benefactor y Voluntario Ilustre.