lunes, 30 de noviembre de 2009

1 DE ENERO DE 1953


“La noche del Año Nuevo se tiñó con rojos resplandores de tragedia”.

La madrugada del 1 de enero de 1953 alrededor de las 02:00 horas, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso acudió a la primera Alarma de Incendio del nuevo año, el fuego hizo su aparición en la barraca Schulze ubicada en avenida Brasil esquina de calle Freire.

El incendio, como tantos otros, fue rápidamente dominado y nada hizo suponer la dantesca tragedia que arrebataría la vida a 36 voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. Cuando el reloj marcó las 03:04 horas sobrevino la explosión transformando una noche de buenaventurazas en absoluta tragedia.


RELATO DE UN CAPITAN DE 38 AÑOS

...Soy René Gallardo Kötz, Bombero.

El 1 de enero de 1953 tenía 38 años de edad y asumía la capitanía de la 10ª Compañía. Hasta aquel entonces me había desempeñado como ayudante del 2º Comandante don José Serey Sagredo. ¿Qué habrá sido de él?. La emoción lo embarga y calla.

Me encontraba en casa celebrando el año nuevo y mi sexto año de matrimonio junto a mis hijos de 2 y 4 años. Vivía en la calle Héctor Calvo del cerro Bellavista. (calle que coincidentemente lleva el nombre del joven mártir de la 10ª fallecido en el incendio de calle Rodríguez entre Chacabuco y Pedro Montt la noche del 13 de diciembre de 1948).

Cuando sonó la sirena me asomé inmediatamente para ver lo que ocurría, tomé mi chaqueta y casco y partí al incendio, era uno más. El incendio fue como tantos otros, a las 03:04 horas me acerqué al 2º Comandante Serey para informarle que el incendio ya estaba controlado, allí sobrevino la explosión!. Desde calle Blanco volé hasta la bodega Cánepa donde me azoté contra las cortinas. Sufrí un par de magullones, pero inmediatamente me incorporé y comencé a buscar a mis Tenientes, no había ninguno, no encontré a nadie, todos habían fallecido. Nadie quiere perderse la primera lista del año, y a aquel incendio habían llegado casi todos.

Esa noche no pudimos pasar lista ¿A quién se la pasaríamos?. El que no estaba en el Hospital, estaba muerto. Diez de mi Compañía eran los fallecidos en acto de servicio. Aquella noche supe lo que era sentir la garganta apretada.

¿Qué vi esa noche?... ¡Horrores!. Perdone, ha pasado tanto tiempo, pero aún me brotan las lágrimas. No podré olvidar jamás a esos muchachos que ardían envueltos en llamas sin que pudiésemos hacer nada. Aquella noche vi a los curiosos como sonámbulos sin rumbo con sus espaldas ardiendo.

Cuando llegamos al Hospital a todos nos pusieron una inyección, al interior de una de las salas de urgencia oí a uno de mis compañeros quien atormentado por el dolor suplicaba “¡Mátenme, mátenme!”

El Hospital me encontré con el Dr. de Compañía Jorge Soto Moreno, había sido alcanzado por la explosión y aún andaba de smoking. Al no encontrar a todos mis voluntarios en aquel lugar, regresé al lugar de la explosión, no pude reconocer a nadie, todos estaban negros y brillantes, algunos irreconocibles. Los funerales fueron muy tristes, muchas de las urnas no llevaban nada dentro.

Soy un sobreviviente, sufro de una distonía de torsión, no sé muy bien lo que significa aquello, pero no puedo mantenerme mucho rato de frente, después de un par de segundos giro automáticamente. Nunca me recuperé. (1)

UN VOLUNTARIO DE 24 AÑOS

Soy Eduardo Ramos Castro, una vez tuve 24 años y un terno de novio. Me había casado en la navidad de 1952, y me iría de luna del miel el 1 de enero del 53’.

Al oír la sirena partí de inmediato al incendio. Entonces sobrevino la explosión, volé por los aires, cuando recuperé el conocimiento me vi medio muerto tendido sobre una ruma de escombros en llamas... ¡Gritaba!. Mi padre murió mártir. No me va a creer, mi padre me salvo y me saco de entre las llamas y el humo, ahogándome logre llegar desde calle Blanco hasta la avenida Errázuriz. (Bernardo Ramos de la misma Compañía fallece junto a Héctor Calvo en el incendio calle Rodríguez entre Chacabuco y Pedro Montt la noche del 13 de diciembre de 1948).

Al mirarme las manos vi que solo llevaba colgajos de piel, no sentía dolor. Precisamente en aquel momento pasó un automóvil conducido por jóvenes... paró y al ver sus rostros de espanto, supe que lo mío era grave.

Al llegar al hospital pedí a un amigo que avisara a mi casa que estaba vivo, anotó el teléfono en una caja de fósforos que después perdió, nunca llego aquella noticia a mi hogar, en ella me dieron por muerto.

El cuidador de la bodega nos advirtió que en ella se guardaban explosivos mientras rescatábamos sus cosas.

Aún tengo una cicatriz en mi mentón, manchas en mi nariz y en las manos. Una vez tuve 28 años y sobreviví a la tragedia más grande de mi vida.

ALFREDO BLANCHAR DE LA QUINTA COMPAÑÍA BOMBA“POMPE FRANCE”.

Fuimos de los primeros en llegar al incendio. Al momento de la explosión me encontraba en el techo de la barraca Schulze junto a mis compañeros Carlos Venegas, Roberto Murgues y Ramón Casacuberta. Todos lograron sobrevivir.

Recuerdo que toda la estructura en que estábamos se desarmó y caímos. Yo sólo vi unos espejismos, sombras y a tientas salí del lugar y me dirigí a mi casa del cerro Mariposa. Me salieron a encontrar mi esposa y mis familiares. Afortunadamente, me lograron salvar el ojo izquierdo, gracias a un medicamento que me trajeron desde Argentina. Lamentablemente, perdí totalmente el oído de ese lado...

Los Muertos en Acto de Servicio son:

De la Sexta.
Guido Malfatti Paolinelli.
Paolo Scorza Roi
Humberto Gaggero Capellaro

De la Séptima.
Rufino Rodrigo R.

De la Octava.
José Serey Sagredo (2º Comandante)
Guillermo Balbontín S.
Lautaro Barrientos B.
Leandro Escudero C.
Joaquín Fuenzalida G.
Albino Gómez O.
José Pereira S.
Jorge Robles S.
Carlos Silva C. (Padre)
Carlos Silva V. (Hijo)
Jorge Thibaut S.
Galvarino Vera M.
Hernán Viejo L.
Rubén Zamorano B.
Luis Fuster G.
Luis García P.

De la Décima.
René Carmona Corvalán
Juan Contreras Fernández
Jaime Rojas Rojas
Carlos Figueroa Pinilla
Carlos López González
Julio Gallagher Maureira
Jorge Rubio Ramírez
Luis Pinto Gómez
Jorge Candia Pérez
Gustavo Covarrubias Díaz

De la Undécima
Alfonso Agüero Pérez
Fernando Aguiló Muñoz
Edwin Glaves Espejo
Robert Glaves Espejo
Hugh Honeymann Hills
Roberto Layera P.
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(1) Don René Gallardo Kötz se convirtió en un destacado Capitán de la Décima llegando a servir en el cargo de Comandante del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, fallecido hace algunos años. Hoy la Brigada Juvenil de la 10ª Compañía lo recuerda llevando su nombre y cosechando en los más jóvenes el espíritu bomberil que más tarde germinará en extraordinario servicio.

martes, 17 de noviembre de 2009

LAS ANTORCHAS BOMBERILES


Los funerales de bomberos tienen algo de característico, que les da relieves especiales aparte de la impresión de recogimiento que, como es natural, produce todo cortejo!..... Es el uso de las antorchas, con que los voluntarios y auxiliares van alumbrando el camino de la postrer morada, al compañero que se va!..... De esas antorchas que, en las penumbras de la noche, cuando remontando el cerro del panteón, chispeantes y en largas hileras, semejan a aquellas caravanas de negros penitentes con que solía tropezar en la carretera solitaria y polvorienta el aventurero o caminante, en lejanos tiempos!..... De esas antorchas que cuando niños veíamos desfilar desde el cristal de la ventana, con ojos asustadizos y admirados, aún dominados por el sueño que había interrumpido la música funeraria, y que hoy, ante la completa realidad de la vida y recorrida de ella la mayor jornada, nos semejan los cirios burlescos y anunciadores del propio cortejo que se acerca!.....

Quien podía imaginarse el papel que ha correspondido en el desarrollo de la historia a este aparato minúsculo y sin importancia, hoy casi desterrado del uso de los pueblos!..... Desde que fuera ideado por el hombre milenario, allá en el horizonte lejano de los comienzos de la humanidad; hasta nuestros días, en que el sorprendente descubrimiento de la electricidad ha hecho innecesaria su aplicación, la antorcha ha servido al hombre para fines diversos, bajos y ruines unos, nobles y elevados los otros!.....

La antorcha era el medio que tuvo el hombre primitivo para defenderse de la inclemencia del tiempo y furor de las fieras, y para alumbrarse en la para él pavorosa oscuridad de la noche!..... Las alimentaba a toda hora, y como no conocía otro medio para obtener el fuego que el que brindaba el volcán lejano y rugiente, las llevaba consigo como carga preciosa, de selva en selva, atravesando montañas y ríos!..... Qué espectáculo más extraño deben haber ofrecido esas tribus, marchando en pos de la antorcha gigantesca, llevada en hombros cual Arca Santa de divina salvación!..... En sus almas sencillas y toscas no había anidado todavía el interés por aquellos otros elementos que tanto agitan hoy al hombre, y que lo llevan comúnmente a la lucha fraticida: solo el fuego, mantenido por la antorcha santa, tenía valor y era sagrado!.....

A la antorcha luminaria, que era símbolo de salvación y vida, que agrupaba a los hombres en un solo haz de hermandad y amor, sucedió, probablemente en la edad del bronce o del hierro, la tea incendiaria, que sembró la muerte y desolación!... Los hombres dejaron de ser hermanos, y empujados unos contra los otros por la embriaguez desenfrenada del poder y de la fortuna, durante siglos de siglos tuvieron en la tea el arma que mutilaba y mataba en el día, y que en la noche servía al vencedor para recoger el botín o celebrar el triunfo, generalmente más espantoso que la propia batalla!... Qué escenas de dolor y desolación no alumbró en el pasado remoto este extraño símbolo de la destrucción!... Nerón iluminó con teas sus locas orgías, alimentándolas en al mirra santa e inocente de los mártires cristianos!... Atila, en sus ansias trogloditas, paseó con ellas la ruina y desolación por la vieja Europa, y así, donde hubo dolor y ruina, ahí se alzó la llama turbulenta y pavorosa de la tea!...

Pero, poco a poco la tea fue perdiendo su fin espantable y siniestro!... De nuevo volvió a ser la antorcha luminosa, la que fue compañera inseparable y buena del hombre milenario!... Ya no vagó por las montañas y valles, blandida en lo alto por la mano robusta del guerrero, sembrando la muerte y desolación"... Después se le vio orientado el camino al viajero presuroso, presidiendo la tertulia del pastor que sorprendía la noche en la mitad de la jornada, alumbrando al artesano e industrial en sus trabajos maravillosos, guiando al minero en su tarea temeraria!... Ya fue, de nuevo, emblema santa de amor y ayuda fraternal!... desde los altos cerros de la costa señaló al navegante el sitio de salvación en las inciertas y negras horas de la tempestad!...

Ya no fue la tea que mataba y desolaba!... Era la antorcha que iluminaba y orientaba!... Había dejado de ser símbolo del fuego: era símbolo de la luz!...

Hoy carece la antorcha casi por entero de aplicación práctica. No se le usa ni como elemento de destrucción, ni como medio o ayuda de trabajo. Solo los bomberos de este lejano lado del mundo, la conservan en sus costumbres como cirios funerarios!...

Nuestros antiguos voluntarios y auxiliares usaron la antorcha para alumbrar las bombas y carros, cuando la voz plañidera de la campana los llamaba al sitio del deber en las altas horas de la noche. Servían para alumbrar los trabajos y movimientos bomberiles, como los de conexión de mangueras, y los de armadura sobre los pozos de alimentación que había en varios puntos de la ciudad. Cabe anotar, a estos respectos, que cuando el Emperador Augusto estableció el primer cuerpo de bomberos o zapadores que recuerda la historia, formó una legión de alumbradores, cuya misión era señalar con antorchas el camino a los que llevaban el material.

El uso de las antorchas en los funerales data del año 1850, en que, a causa del estado de revolución, se efectuaron varios funerales en la noche, por disposición de la autoridad. Muchos voluntarios y auxiliares llevaron antorchas para alumbrar el camino, en aquellos años tortuoso y accidentado, y así, lo que se hizo una vez por necesidad, quedó hasta hoy convertido en costumbre legendaria.

Me ha tocado muchas veces hacer el mismo camino, marchando con la antorcha de luz incierta en pos del amigo o compañero que ha pagado su tributo a la muerte!... Es la misma subida sinuosa y antigua; casi las mismas casas; el mismo pavimento formado por toscas piedras; nada ha cambiado!... Todo nos recuerda el pasado!... Todo nos dice que ahí mismo, en ese largo proceso de 74 años que informa la historia del Cuerpo de Bomberos, son muchos los que han pasado, son muchos los que han vuelto de nuevo con las antorchas al brazo, tras el cortejo; hasta que a su vez les ha llegado su turno, el instante de la postrer y última pasada!...

Cada vez que regreso de esas tristes y dolorosas peregrinaciones, y no huye todavía de mi espíritu esa penumbra de pensamientos que nos produce la cercanía de la muerte, todos los viejos objetos de esa ruta, desde sus casas enterradas en las laderas, hasta las gastadas pizarras de su pavimento, me traen recuerdos de los amigos que han dejado para siempre este ingrato y duro batallar!... Cuantas reflecciones, santas y hermosas, no asaltan en esos momentos al alma, hasta que el torbellino de la vida que fluye de la ciudad alegre, se los lleva con los acordes de la música que, allá abajo, despide a los bomberos!... Cuantas reflecciones tristes, pero gratas al alma, siempre sedienta del recuerdo, aunque sea para sangrar nuevas lágrimas!... Cuantos nombres queridos desfilan con la velocidad de un rayo!... El amigo con que antes hicimos juntos esa ascensión penosa; el alegre muchacho ido en los años de la risa y de las ilusiones puras; el hombre ya formado, que lloran aún la viuda y los tiernos hijos; el patriarca que nos ha legado el ejemplo de sus esfuerzos y virtudes!... Cuantas veces, Dios mío, me ha tocado, en tan corto número de años, subir por esa ruta dolorosa, llevando la antorcha funeraria!...

Y, para nada más sirven las viejas antorchas bomberiles!... Ellas alumbran nuestras hermosas tradiciones, y es por eso que, como el hombre milenario, no queremos que las apague el vendaval del tiempo o del olvido!...

Para estos hombres ilusos y quijotescos que se llaman los bomberos voluntarios, que cuando sienten la voz extraña de la bocina, dejan todo, y corren alegres y animosos en busca de las llamas, las antorchas sirven de cirios funerarios!... Y allá, en los momentos de la expansión, bajo el techo del querido Cuartel, unos a otros se dicen, risueños o sarcásticos, que ellas, las viejas antorchas y la música que les hace compañía en los entierros, constituyen la esperanza del bombero voluntario!...

Y... esto es lo que el vulgo llama bufonamente, "El pago de los bomberos".



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Por Guillermo Ernesto Meyer
Voluntario de la Tercera Compañía del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso
Publicado en el Número 1 del “Magazine Bomberil” de Valparaíso, Enero de 1926

jueves, 5 de noviembre de 2009

LA REVOLUCIÓN DE 1859 Y LA TERCERA



Junto con conocer fechas y acontecimientos que forman la historia del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, es interesante también descubrir el sentimiento de quienes han formado parte de la Institución, quienes ciertamente son sus personajes principales en estos 158 años de caminar a través del tiempo. Ellos han dejado un testimonio con su pensamiento respecto a los hechos vividos, y su punto de vista sobre los mismos.
La Tercera Compañía “Cousiño y Agustín Edwards”, en esa época, aún denominada “Cousiño” Nº 3 o la "Bomba del Almendral”, se vio afectada por las agitaciones políticas que desembocaron en la Revolución de 1859, ya que en ella tuvieron activa participación varios bomberos que la integraban... Es así que, al abrirse el período legislativo de 1858, Matías Cousiño Jorquera y Alfaro, donante de la bomba de la 3ª Compañía y padre del primer Director José Luis Cousiño Squella, presentó a la Cámara de Diputados, del cual era miembro, una solicitud para ofrecer en venta al Gobierno las acciones del Ferrocarril de Valparaíso a Santiago, de su propiedad, solicitud que finalmente tuvo el apoyo del Ejecutivo. Sucedió entonces que Tomás Gallo Goyenechea, Diputado por Copiapó, y Ángel Custodio Gallo Goyenechea, Director de la 3ª Compañía de Valparaíso, y a su vez también Diputado por Valparaíso, poseían con sus respectivas familias un millón de pesos en las mencionadas acciones ferroviarias, y expusieron que esa negociación, si bien era ventajosa para ellos, la estimaban en cambio muy mala para los intereses del Estado; en consecuencia se opusieron y la combatieron con todo ardor.
Este hecho, el flagelamiento de tres distinguidos ciudadanos, ordenado por el Intendente de Copiapó Juan V. Mira, y las actividades del “Club Constituyente”, fueron, puede decirse, las chispas que encendieron aquella contienda entre hermanos.
Ángel Custodio Gallo, era hermano del ilustre caudillo atacameño Pedro León Gallo, jefe principal de la revolución con que terminó el decenio del gobierno conservador del Presidente Manuel Montt Torres y su Ministro del Interior Antonio Varas de la Barra. Los partidarios del gobierno en Valparaíso y la capital eran mayoritarios, por lo que el señor Gallo fue detenido en el Club de la Unión en Santiago (del que era Director), donde se encontraba, junto con su primo Manuel Antonio Matta y su amigo Benjamín Vicuña Mackenna, para luchar por la reforma constitucional. Purgaron en la oscuridad de un cuartel sus vínculos sanguíneos con uno de los más tenaces opositores de la administración que terminaba (Pedro León Gallo), siendo enviado los tres al destierro a Liverpool (Inglaterra) en el buque inglés “Luisa Braginton”. A ellos se les suma Domingo Arteaga AlemparteLa 3ª Cía. se vio privada cerca de un año del concurso ilustrado y cariñoso de su digno Director, Ángel Custodio Gallo Goyenechea. Al cautiverio le siguió su Capitán, Juan José Rodríguez, y al de éste el del Teniente 3º Manuel Antonio del Río y varios otros bomberos. El Secretario Octavio González Reimundis, huyó al Perú por algún tiempo.
En estas circunstancias, la Tercera pasó difíciles momentos; testimonio de ello entrega el Teniente de Guardia, anotando en el Libro Diario del Cuartel el día 3 de febrero de 1859:“Tenemos que lamentar la desgracia de la pérdida de uno de los miembros de la Compañía que ha sido extraído hoy de la casa del Cónsul Americano. También hay otros que están ocultos, de los cuales ya no tenemos esperanza alguna, para que nos acompañen en nuestros trabajos y fatigas. Que la felicidad y buena estrella los acompañe por doquiera que se encuentren”.Antes de huir al Perú como se ha señalado, el Secretario en esa época, el joven pensador y estudioso Octavio González Reimundis, con indiscutibles dotes literarios, dejó cortos pero hermosos apuntes, impregnados de idealismo y de esos sueños un tanto quiméricos que en el comienzo de la mitad del siglo XIX llegaron a nuestras playas, traídos desde la vieja Europa, por algunos espíritus inquietos, como Francisco Bilbao.
El cautiverio de gran número de bomberos debe haber producido quizás cierto eco simpático a estas ideas en el Cuartel de la Tercera, porque los escritos del Secretario González Reimundis, siendo en la forma una bella proclamación de elevados sentimientos de hermandad, en el fondo eran en realidad una protesta contra lo que a su alma debe haber parecido un ultraje a los sagrados fueros de la libertad y a la redención social que aquellos predicaban.Interesantes de conocer son sus apuntes acerca de la “Fraternidad”, pues permiten comprobar los méritos literarios y el pensamiento de su autor:“Pasar en silencio el estado de semi abandono i de indolencia que, por el momento, nos domina a todos los bomberos de la Tercera Compañía, sería arrancar forzosamente una página de duelo a la historia de nuestra vida pública.Pero lejos de ser esta confesión un cargo que pese sobre nuestra fe y nuestro entusiasmo, es más bien la prueba irrecusable del imperio que sobre nosotros ejerce el principio de FRATERNIDAD tantas veces iniciado, tan pocas veces iniciado, tan pocas conseguido por los hombres de corazón. Estas palabras que hemos repetido con la copa en la mano o al lado del cadáver de un compañero; esta palabra que hemos escrito por lema sobre nuestra puerta y sobre nuestra bandera es entre nosotros una feliz realidad, un hecho que nos caracteriza, una cruz de honor con que, sin saberlo, sin conocerlo, nos hemos adornado para probar a los que nos la vean sobre el pecho que la fraternidad no es una quimera”.
Y después de una bella disertación sobre los deberes bomberiles que se derivan de ese mismo sentimiento de fraternidad, concluye el señor González Reimundis de esta manera:
“Podemos decirlo con satisfacción: entre nosotros no hay uno, ni uno tan solo, que deje de practicar los deberes fraternales que nos hemos impuesto recíprocamente.Por eso es que la prisión de algunos compañeros nos hace alejarnos del Cuartel; por eso es que se nota entre nosotros cierto desaliento pasajero, que pasará como pasan las tempestades por sobre nuestros bosques; les azotan, les prestan armonías, pero no les derriban. Que pasen las aciagas circunstancias de la vida política del país; que suene la campana de alarma; que sea preciso reunirnos, y entonces se verá a la Tercera Compañía tan numerosa, tan disciplinada, tan alerta como siempre por el servicio y como siempre rica de vida, de entusiasmo y de FRATERNIDAD”.
A todo esto, el ejército atacameño, era apoyado entre otros por Miguel Gallo Goyenechea, alcalde de Copiapó y Manuel Antonio Matta, patriarca del antiguo Radicalismo Chileno y primo del jefe revolucionario, el célebre Pedro León Gallo Goyenechea, cuyo ejército estaba formado principalmente por los célebres “Zuavos de Chañarcillo”. Inflingió completa derrota en la Batalla de Los Loros, el 14 de marzo de 1859 al ejército gobiernista, que era comandado por el coronel José María Silva Chávez, considerado de los mejores estrategas de la época. El Gobierno mandó entonces al norte al General Juan Vidaurre (Morla) Leal, y éste con 3000 soldados derrotó en Cerro Grande a Gallo que solo contaba con 2000 hombres.
El General Vidaurre fue padre del ilustre Director Tercerino, Vicente Vidaurre Riquelme, por lo que se viene a inferir que los acontecimientos políticos de 1859 tuvieron en las filas Tercerinas marcada repercusión. Vicente Vidaurre era primo de Manuel Antonio del Río, y no deja de ser curioso que mientras éste era tomado preso por revolucionario, el padre de aquel era a su vez el encargado de dar el golpe de muerte a la revolución. Por lo demás se debe recordar que los señores Gallo Goyenechea, que hacían la revolución, eran a su vez parientes suyos. Muerte del General Juan Vidaurre-Leal Morla (Concepción 1802 – Valparaíso 1859) Casado con Manuela del Río y Fernández con gran descendencia. Se incorporó al Ejercito de Los Andes. Como Cadete participó en el sitio y asalto de Talcahuano y en los combates de Quecheregua y Cancha Rayada. En 1818 fue destinado a la Academia Militar de Santiago y con ella concurrió a la batalla de Maipú. En 1826 pelea en la batalla de Bellavista, en Chiloé y en 1830 ascendió a sargento mayor. En 1831 fue comandante de la brigada de artillería de Valparaíso y designado elector de presidente de la República. En 1837, después de producido el Motín de Quillota, encabezado por José Antonio Vidaurre, su primo, combatió en las alturas del Barón, bajo las órdenes de Manuel Blanco Encalada.Por su valentía y desempeño le otorgan una condecoración y para distinguirlo de su primo José Antonio, se le concedió el uso para sí y hasta la cuarta generación de sus descendientes, el título de "Leal", que usó desde entonces y que sus descendientes lo integraron a su apellido: Vidaurre-Leal. En el año 1838, se incorporó al Ejercito Restaurador del Perú y participó en las acciones de Yungay y Portada de Guías.En 1843 fue miembro de la comisión redactora del Código Militar; al año siguiente, de la comisión revisora de la Táctica de Infantería; en 1846 fue sub-inspector de la Guardia Nacional; en 1847, inspector de los Cuerpos Militares de Valparaíso; en 1848, inspector de los Cuerpos Cívicos del Norte y en el año 1849, comandante general de armas de Santiago e inspector general de la Guardia Nacional.En 1851, con motivo de la revolución que estalló el 7 de septiembre, en La Serena, cuyo objetivo era impedir la llegada al poder de Manuel Montt Torres y auspiciar la candidatura del general Cruz, fue nombrado comandante general de las fuerzas pacificadoras del norte. Impidió que las tropas revolucionarias marcharan hacia la capital, y las derrotó en Petorca, el 14 de octubre de 1851.En 1852 fue nombrado Intendente y Comandante General de Armas de Chiloé. En 1853 ascendió a general de brigada y en 1854 se le designó Intendente y Comandante General de Armas de Atacama.Diputado suplente por Osorno, 1855-1858, pero no hay constancia que se haya incorporado. Diputado por Lautaro (1858-1861). Integró la Comisión Permanente de Guerra y Marina.Finalmente fue nombrado Comandante General de Armas y el 3 de septiembre de 1859 asume como Intendente (s) de Valparaíso en reemplazo del titular Jovino Novoa Vidal de viaje en Santiago y próximo a asumir el cargo de Ministro de Hacienda (3.10.1859 al 01.10.1861). El 18 de septiembre de 1859, a las 12,00 horas, luego de la celebración del Tedeum que se celebraba en la histórica Iglesia de La Matriz, ubicada en el sector Puerto de Valparaíso, fue cobardemente asesinado por el cabecilla del motín, Lázaro Valenzuela (algunos historiadores lo identifican como Lorenzo Valenzuela), quien le disparó a quemarropa. El hecho causó profunda indignación en toda la ciudadanía. El Teniente Orellana, oficial ayudante del general, quien caminaba junto al general Vidaurre se lanzó sobre el asesino y ayudado por soldados que asistían al Tedeum redujeron al criminal y lo encarcelaron. El general Vidaurre fue llevado al interior de la Iglesia de La Matriz donde le dieron los primeros auxilios y luego fue trasladado a la Intendencia donde murió tres horas después del atentado, pidiendo “perdón y clemencia para su victimario”, el cual, luego de ser sometido a Consejo de Guerra al día siguiente, fue condenado a fusilamiento junto a otros involucrados en el motín, según los Artículos 4 y 141 del Titulo 80 de la Ordenanza General del Ejército. Un auxiliar de la 3ª Compañía, el modesto jornalero Juan 2º Arancibia, fue víctima inocente también de este atentado, que se atribuyó a la política. Antes de fallecer el general entregó el mando al coronel Cornelio Saavedra, quien fue ratificado ese mismo día por el Presidente Manuel Montt Torres.Los funerales del general que alcanzó a desempeñar el cargo de intendente solo dos semanas fueron de gran solemnidad, la ciudad estaba completamente embanderada y el cortejo fúnebre salió desde la plazoleta de La Matriz el 23 de septiembre, iniciado por la banda de música del Regimiento de Cazadores a Caballos y por un piquete de 25 batidores de esta misma unidad con oficiales, todos ellos montados en caballos tordillos.A continuación formó el Cuerpo de Bomberos en pleno, con su estandarte, las tres Compañías de Hachas y Escaleras, las seis de agua y la Compañía de Salvadores y Guardia de la Propiedad, llevando a la cabeza la banda del Batallón Nº1 de la Guardia Nacional.Tras de los bomberos marchaban todos los oficiales francos de las instituciones militares, el clero de Valparaíso y las comunidades religiosas. La procesión continuó por la plaza de la Municipalidad (hoy Francisco Echaurren García-Huidobro), calle de la Planchada (hoy Serrano) continuando por la calle de la Aduana (hoy Prat) y calle del Cabo (hoy Esmeralda); cruzaron la plaza del Orden (hoy Aníbal Pinto), siguiendo por la calle San Juan de Dios (hoy Condell), plaza de la Victoria, calle de la Victoria (hoy Av. Pedro Montt) hasta la calle de La Merced (hoy Av. Uruguay) llegando a la iglesia de La Merced.En los últimos tramos de la marcha fueron desenganchados los caballos de la carroza y se concedió a los voluntarios de la 3ª Compañía el honor de arrastrarla hasta el punto en que los restos fueron entregados para conducirlos a Santiago. Todo ello en atención como se ha dicho, a que el general Vidaurre era el padre del voluntario Vicente 2º Vidaurre Riquelme, abuelo del abanderado Vicentito Vidaurre, y tío del Teniente 3º Manuel Antonio del Río. El General Vidaurre dejó también varios hijos de su segundo matrimonio con Manuela del Río Fernández, distinguida dama de Concepción, que naciera en Mendoza en el período de exilio que vivieron los patriotas. Además de los vínculos sanguíneos, el General había mirado siempre con profunda simpatía todo lo que se relacionara con la causa bomberil, por lo que era uno de los más asiduos visitantes del Cuartel.El Secretario González Reimundis dio minuciosos detalles de la imponente ceremonia a que dieron lugar los funerales del viejo General, que aparte de su prestigio como veterano de la Guerra de la Independencia y de la alta investidura pública, gozaba de inmensa simpatía por su carácter afable y su rectitud en el proceder. Se puede decir que todo Valparaíso concurrió a esa ceremonia, desde sus más importantes autoridades hasta los más humildes ciudadanos, teniendo el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso una brillantísima participación y siendo el primer funeral de un servidor público al que concurrió en masa dicha Institución.Cumplida esta ceremonia fúnebre las fuerzas militares, los bomberos, las autoridades y todos los concurrentes al funeral desfilaron ante la carroza. Una vez concluido este postrer homenaje, la carroza se puso lentamente en movimiento hacia la avenida Las Delicias para tomar el camino de Santiago, escoltada por el Regimiento de Cazadores a Caballo. Ese mismo día llegó a Casablanca a las 22,00 horas, su cuerpo quedó en la Iglesia y al día siguiente fue escoltado por todo el pueblo y una Compañía de Infantería lo trasladó hasta la cuesta Zapata.Finalmente el día 26 llegó a la Iglesia del Asilo del Salvador en Yungay, pasando por la Alameda y calle Bandera hasta la Iglesia de la Compañía de Jesús en Santiago, cuyo incendio el 8 de diciembre de 1863 dio origen doce días más tarde a la fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago. El féretro fue llevado al día siguiente a la Catedral Metropolitana. Finalmente, luego de una misa oficiada por el obispo de Ancud lo trasladaron al Cementerio General escoltado por los Cuerpos Cívicos de línea, de Caballería y de la Policía Municipal.Al volver Pedro León Gallo del destierro, en 1866 fue proclamado candidato a la Presidencia de la República. Entre los dirigentes de su campaña en Valparaíso vemos figurar nuevamente a Manuel Antonio del Río y algunos otros Tercerinos, entre los cuales estaba Alfredo Cox, quién fue designado secretario de la asamblea en que se hizo la proclamación. Presidente de dicha asamblea era Isidoro Errázuriz.
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Texto de Horacio Rodríguez Mackenna y Carlos Carvajal; del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso "Valparaíso 1851".