lunes, 31 de agosto de 2009

VALPARAÍSO Y EL FUEGO


Escritores y cronistas de distintas épocas han advertido que en Valparaíso los incendios son parte de la historia infausta de la ciudad, lo mismo que las inundaciones. En su libro Valparaíso navega en el tiempo, Franklin Quevedo cita a Ignacio Domeyko, quien ya hacia 1829 afirmaba que "los frecuentes incendios (...) hacen que la ciudad esté constantemente construyéndose y desconstruyéndose, quemándose y reedificándose".
A lo largo de su historia Valparaíso ha sufrido incendios de distintas magnitudes. Algunos han sido catastróficos. El primero del que hay noticia ocurrió en el siglo XVII, en noviembre de 1683, cuando se quemaron las bodegas del puerto.

Según Franklin Quevedo, se perdieron cargamentos de trigo, cebo y manila destinados a la exportación "produciendo un gran quebranto económico a comerciantes de Santiago y locales". El Cabildo de Santiago acordó iniciar una investigación del origen del fuego para castigar a los culpables.
Incendios de fin de año
Este primer siniestro parece dar la pauta para uno de los tipos de incendio que vendrían después. La mayor parte de ellos ocurren hacia fines de año, afectan principalmente a las bodegas, destruyen mercaderías, y a veces dan lugar a una investigación, sobre todo cuando hay presunciones de que el fuego ha sido intencional.El suspicaz Joaquín Edwards Bello anotaba que a fines de año, en época de balance se producen incendios con sospechosa frecuencia: "Me dicen que en el patio de una casa incendiada encontraron los tarros de parafina que provocaron la catástrofe. La justicia es inerte en materia de incendios y quiebras. Valparaíso es una ciudad de comercio y tiene la manga muy ancha".

Llama la atención, en efecto, la cantidad de incendios de fin de año que han asolado al puerto. Varios de éstos han ocurrido el mismo 31 de diciembre o en la madrugada del 1 de enero. Podría pensarse, como lo sugiere Edwards Bello, que hay una relación entre balances, quiebras e incendios, sobre todo cuando existen seguros comprometidos.

Ha habido varios incendios en que el fuego se ha producido accidentalmente quemando casas y luego propagándose a bodegas, donde al alcanzar depósitos de combustibles, productos inflamables o explosivos, se ha hecho catastrófico. Otro factor que ha avivado el fuego de los incendios ha sido el viento que sopla desde el mar.

Los que pierden sus casas
El 27 de enero de 1828 ardieron dos cuadras del barrio El Almendral. Se consumieron varias casas de material ligero, donde vivían comerciantes en carne, velas y jabones, que perdieron, además de sus hogares, toda su mercadería. El diario El Mercurio del puerto advirtió entonces sobre la carencia de medios disponibles para combatir el fuego. Éste es otro tipo de incendio de Valparaíso: el que deja damnificados sin casas, el que afecta más al pequeño comerciante que a las grandes bodegas del puerto.

El 15 de marzo de 1843 se declaró un incendio de origen doméstico que alcanzó grandes proporciones. El fuego se inició en un almacén la calle Prat, y fue provocado por un muchacho que perseguía a un ratón con una vela encendida. Desde ahí se propagó a depósitos de líquidos inflamables, como diluyentes y bebidas alcohólicas. Se consumieron quince casas y varios negocios y talleres, entre ellos la imprenta de El Mercurio, el mismo que hacía 35 años atrás había hecho notar la desprotección del puerto frente al fuego. El diario dejó de aparecer durante 10 días. La Municipalidad empezó entonces a promover una asociación contra los incendios, que ya habían pasado a convertirse en una amenaza seria para la población.

Llegan los Bomberos
A mediados de diciembre de 1850 el fuego partió desde una cigarrería y se extendió rápidamente por la calle Esmeralda. Arrasó con 13 casas, bodegas y almacenes de aduana y varios establecimientos comerciales e industriales. A raíz de este siniestro, el 5 de junio del año siguiente se formaron las dos primeras Compañías de Bomberos voluntarios del puerto. Aunque se llamaban la "Americana" y la "Alemana" fueron equipadas con bombas de fabricación norteamericana. Entonces se inició toda una tradición bomberil en el puerto. Joaquín Edwards Bello anota: "El Cuerpo de Bomberos es una institución cívica espontánea que no tiene igual en el mundo entero. Los Bomberos son voluntarios; cada colonia extranjera forma su bomba que compite con las otras de una manera entusiasta. Casi todos los jóvenes elegantes son Bomberos. A lo mejor cuando está uno conversando con un grupo de amigos, suena el lento llamado a incendio. Los jóvenes se levantan a un tiempo, se despiden rápidamente, corren".

El 13 de noviembre de 1858 por la mañana la chimenea del Club de la Unión desató un incendio que cundió por las cuadras vecinas, a pesar de la lluvia, pero contando a su favor con el viento. Nuevamente resultó destruida la imprenta de El Mercurio y varios negocios y casas particulares. Las pérdidas se acrecentaron con los saqueos que empezaron cuando, después de siete horas de trabajo, los Bomberos consiguieron extinguir las llamas. La policía porteña estaba acuartelada porque se esperaba una revuelta, y el intendente se negó a sacarla a la calle.

Fuego militar
El 31 de marzo de 1866 la escuadra española, al mando del almirante Casto Méndez Núñez, bombardeó durante cerca de tres horas a Valparaíso. Fue una acción tan cobarde como inútil. El puerto no tenía fuertes ni artillería para defenderse. Las bombas hicieron arder ciento cincuenta bodegas llenas de mercaderías y el fuego se extendió a los edificios vecinos. Afortunadamente las víctimas humanas fueron mínimas: sólo dos muertos y otros dos heridos. Era tanta la indefensión del puerto, que Méndez Núñez pudo darse el lujo de ser cortés y anunciar con anticipación el bombardeo. De modo que la población pudo refugiarse en los cerros y en las quebradas para presenciar desde allí aquella gratuita destrucción de su ciudad. El anuncio permitió también que las compañías de bomberos del puerto estuvieran preparadas y con el refuerzo de otras traídas desde la capital, para actuar en cuanto cesara el bombardeo. Éste es un tercer tipo de incendio: el de origen naval o militar. En esta ocasión, sin embargo, la destrucción de Valparaíso ni siquiera era un objetivo táctico o estratégico.En vísperas de año nuevo, el 31 de diciembre de 1868 estalló un incendio en el barrio El Almendral, en bodegas de combustibles y maderas. El fuego duró toda la noche y la primera mañana de 1869. Menos de un mes después, el 24 de febrero de 1869, el fuego volvía al puerto, al sector Aduana, consumiendo varios negocios y cobrando la vida de cinco personas que trabajaban en la extinción del incendio. En 1891 nuevamente fueron acciones militares las que encendieron el fuego. La noche del 28 de agosto, las tropas del ejército congresista destruyeron y saquearon casas y negocios no sólo de sus adversarios, los balmacedistas. Provocaron incendios con las consiguientes pérdidas que afectaron tanto a chilenos como a miembros de distintas colonias extranjeras. Éstos, tal vez fueron los últimos grandes incendios que asolaron al puerto en el siglo XIX.

Incendios en el siglo XX
El 4 de mayo de 1914 se declaró un incendio que destruyó el pasaje Ross, se propagó por toda una manzana y hasta alcanzó a quemar algunas habitaciones del histórico Palacio Astoreca. Este fue uno de los primeros incendios del puerto que cobró una cantidad significativa de víctimas: cerca de cincuenta muertos y cien heridos.

El 27 de noviembre de 1924 ardió una bodega de papeles, después el fuego destruyó dos Compañías de Bomberos, la 4a y la 9a, alcanzando también las bodegas de la empresa Saavedra Benard, donde fue avivado por la explosión de tubos de oxígeno y de compuestos químicos inflamables.

Arde la aduana
El 31 de diciembre de 1941. Nuevamente en vísperas de año nuevo, se declaró un incendio de grandes proporciones en el recinto de la aduana, que consumió grandes cargamentos de té, rumas de algodón, automóviles y repuestos. En esos tiempos y a consecuencia de la guerra mundial, todos esos artículos de importación eran escasos. Por la magnitud de las pérdidas, y además porque había versiones según las cuales el incendio fue intencional, se designó un ministro en visita para que investigara el caso.

El 10 de abril de 1948 nuevamente ardieron galpones y bodegas de la zona de la aduana. El estanque del Cerro Cárcel (1) estaba seco. Esto obligó a bombear agua del mar. En el tiempo que tomó esta operación el fuego avanzó consumiendo la comisaría de carabineros del sector, el laboratorio químico de la Aduana, la maestranza portuaria, bodegas llenas de mercaderías y otros edificios. Gran cantidad de sacos de cemento, que iban a usarse en obras portuarias, quedaron inutilizados con el agua.
En octubre de 1951 nuevamente se declaró un incendio catastrófico en el sector aduanero. Mil toneladas de compuestos inflamables, principalmente tambores con parafina en pasta avivaron un fuego devastador, que destruyó edificios, bodegas y decenas de carros y vagones. Varios toneles de soda cáustica se vaciaron y con el agua formaron un caudal corrosivo que ocasionó problemas serios a los bomberos que trabajaban en el lugar.

Otro incendio de año nuevo. Éste ocurrió en la madrugada del primero de enero de 1953 y debe ser el más catastrófico ocurrido en el puerto. Lo originaron los fuegos artificiales. Uno de ellos cayó en una barraca en la avenida Brasil, pasada la una de la madrugada. Cuando los Bomberos estaban por extinguir el fuego reventaron los explosivos guardados en una bodega del Ministerio de Obras Públicas. Hacia las tres de la mañana la dinamita y la pólvora produjeron dos explosiones consecutivas, causando enormes destrozos en los alrededores. Las palmeras de la avenida Brasil ardieron como antorchas. Hubo cincuenta y un muertos -treinta y seis de ellos, Bomberos- y trescientos heridos.

El 27 de julio de 1974 se quemó íntegramente la manzana ubicada entre las calles Morris, Yungay, y la avenida Brasil. Más de 200 personas quedaron sin hogar. Pocos meses después, el 6 de noviembre, el fuego dejó a cerca de 100 damnificados en el cerro Florida. El 10 de diciembre de 1973 alrededor de 300 personas perdían sus casas en un incendio en el cerro Barón. La estación del mismo nombre fue sacudida, el 24 de enero de 1974, cuando en uno de los vagones del ferrocarril que transportaba un cargamento de materiales inflamables, se produjo una explosión que siguió en cadena en los otros vagones, provocando un incendio que cubrió el cielo con una nube de gases tóxicos. El calor era tan intenso que impidió la acción de aviones cisternas y de barcos que intentaron bombear agua desde el mar.

El 3 de febrero de 2007 una gran explosión de gas derribo varios edificios y provocó un gran incendio en la calle Serrano del barrio Puerto, otrora principal barrio Comercial del país. La dantesca explosión costó la vida a cuatro personas.

La explosión se registró cerca de las 09,00 horas de la mañana y el fuego no pudo ser controlado sino hasta pasadas 10 horas de arduo trabajo por parte del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.

El saldo final de ésta nueva tragedia fue el de cuatro personas fallecidas, varios edificios completamente arrasados por la fuerza de la explosión y las llamas, y una nueva zancadilla al comercio de Valparaíso que se vio duramente afectado.
Quién mejor que Joaquín Edwards Bello para describir el duelo continuo que han mantenido en Valparaíso el Fuego y el Cuerpo de Bomberos: ..."Bombas, bomberos e incendios nos obseden"...

Éstos son sólo algunos de los incendios que han devastado a Valparaíso destruyendo zonas residenciales, bodegas, mercaderías, establecimientos comerciales e industriales y un importante patrimonio arquitectónico y urbanístico.
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(1) Hasta hace tan sólo unos años atrás el gran estanque del cerro Carcel abastecía de agua a una fabulosa red de grifos que surtía de dicho elemento a las distintas Compañías en caso de incendio. Lamentablemente hoy dicho estanque y red de grifos no se encuentran en funcionamiento.


Bibliografía

Edwards Bello, Joaquín, En el viejo Almendral.
Encina, Francisco Antonio, Historia de Chile.

Quevedo, Franklin, Valparaíso navega en el tiempo.

Urrutia de Hazbún, Rosa y Carlos Lanza Lazcano, Catástrofes en Chile 1541. 1992.

jueves, 27 de agosto de 2009

NUESTRA PRIMERA BOMBA: LA COUSIÑO

La donación de una bomba al Cuerpo de Bomberos de Valparaíso por parte del señor Matías Cousiño Jorquera, fue el vamos para la fundación definitiva de la primera Compañía de Bomberos en el barrio del Almendral, la que pasó a ser la Tercera Compañía de Bomberos de Valparaíso.
La bomba encargada arribó a Valparaíso a fines de septiembre de 1854 y se entregó a la Tercera el 2 de noviembre de 1854, cuando aún no enteraba un mes de vida nuestra institución. Las expectativas puestas por los flamantes miembros de la Tercera en esta nueva bomba, no podían ser más elocuentes con lo acontecido a su arribo. Aquel día se reunieron en el edificio de la Bolsa Comercial, el mismo lugar en el cual se había firmado el acta de fundación, un gran número de voluntarios al mando del Capitán Sartori. Desde allí pasaron a recoger la nueva bomba y la llevaron marchando hasta la Plaza de la Victoria.
En el citado lugar armaron un pozo existente en la calle del Circo (hoy Edwards) y se pudo comprobar que se trataba de una máquina poderosa y eficiente.
El bautizo de fuego de la bomba, y de la institución, se verificó la noche del 24 de noviembre de 1854, en un incendio que destruyó algunas casas vecinas a la antigua Aduana (La que después fue la Intendencia y hoy es la Comandancia en Jefe de la Armada).
En dicha oportunidad, la bomba “Cousiño” fue sacada del cuartel por el Secretario señor Antonio Barrena acompañado por el Teniente 4º don Manuel Riofrío Papa y por el voluntario don Alberto Carson. El Secretario señor Barrena, en la Memoria correspondiente a aquel año señaló lo siguiente:

"...Colocado el pitón en el callejón formado entre la casa del señor Lyon y la del señor Guinodié, por espacio de tres horas no dejó de arrojar un torrente de agua y contribuyó a salvar el edificio de la Aduana…”

El 17 de enero de 1855 concurrió la “Cousiño” a su primer Ejercicio General, el que tuvo lugar en la Plaza Municipal (hoy Francisco Echaurren), en conjunto con el resto de las Compañías. A tan significativo evento, al Capitán señor Sartori, se le ocurrió la idea de empavesar la bomba con cuatro banderolas colocadas en cada ángulo y, de otra, con el nombre “Cousiño” bordado en letras doradas. Se cuenta que al paso de la Compañía frente al edificio de la Bolsa Comercial, donde se encontraban formadas el resto de las compañías, fue saludada por éstas con tres sonoros hurras.
La “Cousiño sirvió a la Tercera por espacio de veintinueve años, pues fue puesta fuera de servicio el año 1883. Posteriormente, a fines de 1884, fue vendida a la recién formada 1ª Compañía de Bomberos de Viña del Mar, la que pasados algunos años se declaró en receso.
La actual 1ª Compañía de Bomberos de Viña del Mar “José Francisco Vergara” fue reorganizada el 13 de abril de 1913 y, en esta circunstancia, el ilustre tercerino don Roberto Felipe Délano Ross, tuvo significativa participación. Fue su primer Director y tomó como Reglamento el de nuestra Compañía, al igual que el color de su cotona: granate.
Con esta institución viñamarina, la Tercera acordó un canje el 26 de abril de 1915, el que nos une hasta la fecha.

De aquella primitiva bomba no se guardaron fotografías, sólo queda un pequeño modelo a menor escala que donó nuestro voluntario don Rafael Luis Barahona Stahr y que está sobre el escritorio de oficiales. Gemelas a esta bomba llegaron dos más, una fue para la 4ª Compañía a la que se le llamó “Valparaíso”. Esa Compañía fue en sus inicios la bomba “Española”, que se disolvió. Con los años esa bomba fue vendida a la 1ª Compañía de Bomberos de San Felipe la que aún hoy lucen en su cuartel como preciado testigo de una época pretérita.
Sin embargo, para que podamos tener una detallada descripción de esa valiosa primera bomba, paso a detallar la “Instrucción” de ella que se adjuntaba al Reglamento de la Compañía el año 1863.

De las partes principales de la bomba que es importante conocer para el mejor servicio de ella.
Caja de bomba.- Esta contiene adentro el recipiente, morteros, válvula y cañón de la válvula, los conductos de absorción y expulsión.
Se puede dar agua con la bomba de dos modos: Tomándola con los chorizos a alguna distancia, o depositándola en la caja.

Morteros.- Estos son dos, colocados dentro de la caja y en comunicación con el recipiente y cañón de la válvula. Por el ejercicio de las varas se ponen en movimiento, alternativamente, bajando uno y subiendo el otro. El que sube aspira el aire contenido en él y en el cañón de la válvula; y, el que baja, causando una fuerte presión a este mismo aire comprimido, lo expele por el único punto de salida que le queda, que es el conducto de expulsión, quedando los otros tapados por unas válvulas interiores movidas por los mismos morteros.
Válvula.- Es la abertura hecha en un cañón que une el conducto de absorción al recipiente y morteros. Cuando se deposita el agua en la caja de la bomba, esta válvula debe estar abierta para que por ella entre a los morteros, y cerrada, cuando se tome el agua con los chorizos para impedir la comunicación del aire.
Cañón de la válvula.- Es el mismo en que está la válvula y por el que el agua llega a los morteros.
Recipiente.- Es la cúpula que está colocada entre los dos morteros, el aire que contiene se comunica a los morteros y facilita su trabajo.

Conducto de absorción.- Así llamamos la parte en que se atornilla el chorizo a la bomba para dejar libre paso al agua. Este conducto está cubierto por un tapón de metal que es preciso quitar para atornillar el chorizo y, dejarlo en su lugar, cuando se toma el agua para la caja.

Conductos de expulsión.- Son semejantes al anterior, están a los costados de la bomba y, a ellos, se atornillan las mangueras para dar salida al agua.

Chorizos.- Son las mangas o cañones que, unidos a la bomba por el canal de absorción, ponen el agua en comunicación con los morteros, por la aspiración del aire.
Canastillo.- Es como lo indica el nombre, un canastillo de alambre, que atornillado en el extremo de los chorizos, se coloca en el agua impidiendo que pase la arena o suciedad y pueda obstruir los morteros.
Palanca.- La palanca es un brazo de fierro que atraviesa la bomba de atrás para adelante y por encima de ella, asegurado por el medio a un eje firme que nace de la bomba. No tiene más movimiento que subir y bajar los extremos, subiendo y bajando los émbolos de los morteros que están unidos a la palanca.

Descanso de la palanca.- Es una pieza de fierro situada en lña parte delantera de la bomba unida a ésta por un gozne, y en la parte superior tiene una horquilla sobre la que descansa la palanca y se afianza con un perno para que quede inmóvil.
Varas.- Las varas son dos, cada una se forma de dos piezas de madera y están colocadas a los costados de la bomba, descansando sus extremos en unas horquillas de fierro, que con este objeto, hay en la medianía de los costados de la caja. Los otros extremos están asegurados por un gozne a la palanca. En esta posición, el extremo de cada vara, está junta al extremo de la otra, formando el centro, y, los verdaderos centros, están a los extremos. Pero, cuando se arman, giran las cuatro medias varas sobre los goznes de la palanca y se presentan, entonces, perpendicularmente a la posición que antes tenían y en disposición de dar movimiento a la palanca.

Timón de la bomba.- Es la lanza unida al eje delantero y giratorio de la bomba y sirve para darle dirección en su marcha.
Pistón.- Se llama el tubo que se coloca en el extremo de la manguera para dar dirección al agua, se compone de dos partes: el pistón propiamente dicho y la boquilla. La boquilla es de metal, hay varias y de distintos diámetros, se usan las más delgadas para arrojar el agua a mayor distancia, y todas ellas son adaptables al pistón. Se coloca sobre la bomba.
Gallos.- Son los carros conductores de las mangueras. Estos están colocados de modo que envuelven una armazón cilíndrica que gira sobre el eje del gallo. En la parte delantera y sobre la lanza, hay una caja que sirve para grandes herramientas.
Mangueras.- Las mangueras son semejantes a los chorizos, sólo que, por el uso a que se destinan, son más largas, flexibles y delgadas. Por esta razón, el agua se arroja con más fuerza por ellas, porque siendo mayor la cantidad que entra por los chorizos, aquella se ve empujada por una fuerza superior que es, además, aumentada por la presión de los morteros.
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Del libro Epopeyas Tercerinas
De Claudio Chaparro Forn
Voluntario de la Tercera.

martes, 18 de agosto de 2009

EL BOMBERO DE LA TERCERA ll



La señora especialmente en estos últimos tiempos, está celosa, tremendamente celosa de esa poderosísima rival. Y a fe que tiene razón.
Como que ayer, sin ir mas lejos, nuestro amigo la dejó plantada, durante un paseo, en pleno centro, para encaramarse a un gallo que pasaba velozmente hacia un amago en el Barón.

El entusiasmo de mi vecino por la institución a que pertenece, raya en lo inverosímil. Toda precaución le parece poca para no faltar a un incendio, por cuyo motivo tiene teléfono en su dormitorio, timbre de alarma en la cabecera de la cama y subvenciona a los guardianes para que llamen hasta que se les conteste a la puerta de la calle, cuando se toca incendio, y vive a dos cuadras del Cuartel.
Como puede comprenderse por lo dicho, la Bomba es el único punto oscuro en el sereno horizonte del hogar a que nos hemos referido, y, sobre todo en este tiempo, da origen a frecuentes dificultades.
Llega, por ejemplo, la hora de acostarse, y nuestro amigo, antes de tomar la horizontal, empieza por cerciorarse que el teléfono y el timbre estén corrientes y reitera, desde el balcón, sus instrucciones al guardián del punto. En seguida coloca estratégicamente las prendas del uniforme en torno de la cama, y comienza no a despojarse de la ropa interior, sino a cambiársela, poniéndose gruesas medias de ciclista, jersey y otras cosas por el estilo.

- ¿Pero qué haces? - le grita su señora - ¿Te estás vistiendo o desnudando? -

- Hijita - le responde - estamos en época de incendios y el tercerino debe dormir en éste tiempo hasta con la cotona puesta –

- Eres incorregible - exclama la señora con desesperación - tú no vas a parar hasta que te de una pulmonía o te traigan hecho harnero con los tales incendios –

- ¿Y le parece mal que fuesen a enterrarme con el material enlutado y asistencia de todo el Directorio? –

- Qué se me da a mí del Directorio. Lo que yo quiero es tener marido que se preocupe de su casa y no de bombas. –

La discusión se prolonga hasta que nuestro amigo, vencido por el cansancio del trabajo diario, se duerme profundamente, soñando en cierta competencia bomberil que se prepara.

Pero, como decía nuestro amigo, estamos en época de incendios y no tarda en darse la alarma. La campana y la bocina del Cuartel, el teléfono, el timbre especial, la campanilla eléctrica que el guardián hace repiquetear, forman dentro del dormitorio, una sinfonía capaz de despertar a una momia de chuquicamata, pero no a nuestro vecino que cree en estos momentos, ver el triunfo de la “Tercera” en la dichosa competencia. La señora se apiada y le grita:

- ¡INCENDIO! -

- …No…- Responde el otro sobre dormido; - es la hora -

Pero a la risa de su esposa, nuestro hombre despierta completamente y corre hacia la escalera con las botas en la mano.

El tiempo pasa y el vecino no vuelve. La señora sufre y se impacienta con mil presentimientos. Por si regresa vivo despierta a la criada y prepara paños, tizanas y ropa para evitar al guapo bombero un resfriado.


Por fin suena el timbre; se abre la puerta y el abnegado bombero entra chorreando agua y barro.

¡¡¡LOS PRIMEROS EN DAR AGUA!!! grita alborozado, desde el umbral, pero la sirviente consternada; - señorita, viene hecho una sopa. - La señora acude con toda prontitud, se apodera de su marido y ayudada por la fámula, lo despeja de la ropa, lo seca, lo fricciona, lo echa a la cama, le pone, aún en la noche más calurosa, una botella de agua caliente a los pies, en medio de las mas vivas protestas del asendereado bombero, que siente convertir en beefteak, y por ultimo se empeña en hacerlo beber una taza de hirviente agua de tilo. Nuestro hombre se resiste cuanto puede, pero tiene que ceder, y a la carrera, a la agitación y a los masajes tiene que unir aún el sudorífico.
Los papeles se cambian, y el bombero transpirado por todos los poros, desfallece por fin, y llega a pensar que con solo presentar su renuncia puede librarse de tan insufribles molestias, sólo le queda resignarse a seguir sufriendo.

Y aquí probado como ese Cuerpo de Bomberos, que nos entusiasma con su abnegación y nos seduce con los bruñidos cascos y los hermosos uniformes que desfilan ante nosotros en las diarias llamadas, tiene también su reverso, todo un reverso de molestias y sinsabores para cada uno de sus miembros.

EL TRASANDINO DE LOS HERMANOS CLARK



Repasaremos someramente lo que significaría para nuestro país la dantesca obra que contra vientos y mareas debieran afrontar los hermanos Tercerinos Juan y Mateo Clark, para ver concretada una obra que día a día se hacía más dificultosa. Más nada importaba.

...”Motivo de jubilosa satisfacción ha sido para todos los que se interesan por la prosperidad y el engrandecimiento de nuestra tierra la iniciación ya próxima de los trabajos del Trasandino por Uspallata, obra colosal, cuya ejecución habían venido persiguiendo los señores Clark desde hace muchos años”...

...”A nadie se le oculta la importancia enorme que tiene para nuestro comercio la apertura de esa vía, que ha de acortar considerablemente la distancia que hoy nos separa de los mercados que el Atlántico domina, y aún de los centros comerciales europeos. Por otra parte, ningún lazo más seguro que las cintas de acero de una vía férrea para asegurar la amistad entre pueblos vecinos. El ferrocarril viene á ser entre dos naciones como un canal entre dos mares. Si merced al canal se mezclan y confunden las aguas de dos océanos, merced al ferrocarril se estrechan y se unen los diferentes mares humanos que forman las naciones.
El trasandino por Uspallata es, respecto á nuestras relaciones con la Argentina, el más hermoso puesto en aquel marco de oro de los "Pactos de mayo".
El país entero, representado por lo más florido de nuestra intelectualidad y de nuestro comercio, aplaudió ya, en una soberbia manifestación, el noble esfuerzo de los señores Clark, que, con un tesón y una constancia verdaderamente admirables, batallaron años y más años por conseguir la autorización necesaria para perforar la barrera de rocas que nos separa de la tierra Argentina.”...

Chile Ilustrado, agosto de 1904.

Este ferrocarril fue inaugurado el 5 de abril de 1910 luego de una titánica lucha de muchos años. Su trazado comenzaba en la ciudad de Los Andes y subía a través del cajón del río Aconcagua y Juncal hasta Las Cuevas, donde se encontraba el túnel principal que cruzaba hasta Argentina. Luego, bordeando el río Las Cuevas y Mendoza, llegaba hasta la ciudad del mismo nombre a través de un trazado de menor pendiente y mucho menos accidentado. Su construcción significó un gigantesco esfuerzo de la ingeniería, las finanzas y la diplomacia, ya que al involucrar a dos países que para ese entonces se encontraban en litigio por la definición de sus fronteras, fue necesario redoblar los esfuerzos para conseguir todos los permisos y garantías necesarias.

Sus realizadores fueron los hermanos Tercerinos Juan y Mateo Clark Torres, descendientes de un inmigrante inglés que se había instalado en forma muy próspera en la ciudad de Valparaíso, que para ese entonces era la capital financiera y comercial de Chile.

El interés de los Hermanos Clark por lograr una mejor ruta para el intercambio comercial entre los pueblos del interior de Argentina con el puerto de Valparaíso les impulsó a emprender tamaño proyecto. Además que para ese entonces, ellos mismos ya habían tendido en 1871 el primer servicio telegráfico a través de la cordillera entre Chile y Argentina. En el año 1874 el estado de Chile otorga a los hermanos Clark la concesión para la construcción, la que debido a problemas financieros solo se inició en 1889 en la ciudad de Los Andes. Lamentablemente, la empresa "Ferrocarril Trasandino Clark" siempre tuvo problemas financieros ya que el costo de la construcción no fue correctamente evaluado al principio y debieron hacerse esfuerzos gigantescos para conseguir más apoyo de los incrédulos accionistas y de los estados chileno y argentino. A pesar del empeño, cuando el Trasandino estuvo terminado en 1910, Juan Clark ya había muerto y la empresa había sido embargada y entregada a la "Trasandine Construction Company" de Inglaterra. Aun así, los nombres de Juan y Mateo permanecen en la historia como los gestores de esta obra.

El Escritor Santiago Marín Vicuña escribe sobre la hazaña de Juan y Mateo Clark destacándola como un hito de fraternidad y trabajo en pos de Chile y otras Repúblicas.

...”- ¿Querría Ud., que yo narrara en un libro, su biografía, las intensas actividades de su vida y la de su hermano?-

Don Mateo pareció sorprendido de tan inesperada pregunta; pero tras breve reflexión, para darse quizás tiempo de contestarla con propiedad, abrió sin vehemencia, la amplia ventana que daba al fondo de su pieza, lo que inundó de luz y aire fresco la habitación, dejando ver en el lejano fondo la figura imponente, abrupta y blanquecina de los Andes, que proyectaban magníficos, tras el ambiente ufano de un día primaveral. Y luego dijo, sin vehemencia y extendiendo apaciblemente su diestra hacia el Oriente:

- Nuestra biografía y las acciones más preponderantes de nuestras vidas, se mantienen escritas allá, en esa Cordillera muda, que sólo acarician las tempestades, y que siempre amortajan las nieves. ¿Para qué sacarlas de sus antros? -

- La empezamos a escribir, añadió, hace ya 60 años, cuando Juan y yo nos propusimos y después realizamos la construcción del telégrafo a través de sus flancos, para continuarla después, en sus propias entrañas, al perforar los túneles del ferrocarril. -

- ¿No cree Ud. que ambas obras habrán de ser más imperecederas que su libro? -

Juan Clark Torres ingresa a la Compañía el 3 de mayo de 1861, ocupando varios cargos en la oficialidad de la “Tercera”, llegando a ser Director en 1876, y transformándose en pieza fundamental para la al importar la primera y moderna bomba a vapor la que sería llamada “Cachapoal”.

Mateo ingresa a la “Tercera” el 18 de Julio de 1863.

Juan fallece antes de ver terminada su obra, y Mateo el año 1930. En la actualidad la ciudad de Valparaíso recuerda a ambos hermanos con una calle ubicada en el cerro Larraín, la que recibe el nombre de “HERMANOS CLARK”