lunes, 31 de agosto de 2009

VALPARAÍSO Y EL FUEGO


Escritores y cronistas de distintas épocas han advertido que en Valparaíso los incendios son parte de la historia infausta de la ciudad, lo mismo que las inundaciones. En su libro Valparaíso navega en el tiempo, Franklin Quevedo cita a Ignacio Domeyko, quien ya hacia 1829 afirmaba que "los frecuentes incendios (...) hacen que la ciudad esté constantemente construyéndose y desconstruyéndose, quemándose y reedificándose".
A lo largo de su historia Valparaíso ha sufrido incendios de distintas magnitudes. Algunos han sido catastróficos. El primero del que hay noticia ocurrió en el siglo XVII, en noviembre de 1683, cuando se quemaron las bodegas del puerto.

Según Franklin Quevedo, se perdieron cargamentos de trigo, cebo y manila destinados a la exportación "produciendo un gran quebranto económico a comerciantes de Santiago y locales". El Cabildo de Santiago acordó iniciar una investigación del origen del fuego para castigar a los culpables.
Incendios de fin de año
Este primer siniestro parece dar la pauta para uno de los tipos de incendio que vendrían después. La mayor parte de ellos ocurren hacia fines de año, afectan principalmente a las bodegas, destruyen mercaderías, y a veces dan lugar a una investigación, sobre todo cuando hay presunciones de que el fuego ha sido intencional.El suspicaz Joaquín Edwards Bello anotaba que a fines de año, en época de balance se producen incendios con sospechosa frecuencia: "Me dicen que en el patio de una casa incendiada encontraron los tarros de parafina que provocaron la catástrofe. La justicia es inerte en materia de incendios y quiebras. Valparaíso es una ciudad de comercio y tiene la manga muy ancha".

Llama la atención, en efecto, la cantidad de incendios de fin de año que han asolado al puerto. Varios de éstos han ocurrido el mismo 31 de diciembre o en la madrugada del 1 de enero. Podría pensarse, como lo sugiere Edwards Bello, que hay una relación entre balances, quiebras e incendios, sobre todo cuando existen seguros comprometidos.

Ha habido varios incendios en que el fuego se ha producido accidentalmente quemando casas y luego propagándose a bodegas, donde al alcanzar depósitos de combustibles, productos inflamables o explosivos, se ha hecho catastrófico. Otro factor que ha avivado el fuego de los incendios ha sido el viento que sopla desde el mar.

Los que pierden sus casas
El 27 de enero de 1828 ardieron dos cuadras del barrio El Almendral. Se consumieron varias casas de material ligero, donde vivían comerciantes en carne, velas y jabones, que perdieron, además de sus hogares, toda su mercadería. El diario El Mercurio del puerto advirtió entonces sobre la carencia de medios disponibles para combatir el fuego. Éste es otro tipo de incendio de Valparaíso: el que deja damnificados sin casas, el que afecta más al pequeño comerciante que a las grandes bodegas del puerto.

El 15 de marzo de 1843 se declaró un incendio de origen doméstico que alcanzó grandes proporciones. El fuego se inició en un almacén la calle Prat, y fue provocado por un muchacho que perseguía a un ratón con una vela encendida. Desde ahí se propagó a depósitos de líquidos inflamables, como diluyentes y bebidas alcohólicas. Se consumieron quince casas y varios negocios y talleres, entre ellos la imprenta de El Mercurio, el mismo que hacía 35 años atrás había hecho notar la desprotección del puerto frente al fuego. El diario dejó de aparecer durante 10 días. La Municipalidad empezó entonces a promover una asociación contra los incendios, que ya habían pasado a convertirse en una amenaza seria para la población.

Llegan los Bomberos
A mediados de diciembre de 1850 el fuego partió desde una cigarrería y se extendió rápidamente por la calle Esmeralda. Arrasó con 13 casas, bodegas y almacenes de aduana y varios establecimientos comerciales e industriales. A raíz de este siniestro, el 5 de junio del año siguiente se formaron las dos primeras Compañías de Bomberos voluntarios del puerto. Aunque se llamaban la "Americana" y la "Alemana" fueron equipadas con bombas de fabricación norteamericana. Entonces se inició toda una tradición bomberil en el puerto. Joaquín Edwards Bello anota: "El Cuerpo de Bomberos es una institución cívica espontánea que no tiene igual en el mundo entero. Los Bomberos son voluntarios; cada colonia extranjera forma su bomba que compite con las otras de una manera entusiasta. Casi todos los jóvenes elegantes son Bomberos. A lo mejor cuando está uno conversando con un grupo de amigos, suena el lento llamado a incendio. Los jóvenes se levantan a un tiempo, se despiden rápidamente, corren".

El 13 de noviembre de 1858 por la mañana la chimenea del Club de la Unión desató un incendio que cundió por las cuadras vecinas, a pesar de la lluvia, pero contando a su favor con el viento. Nuevamente resultó destruida la imprenta de El Mercurio y varios negocios y casas particulares. Las pérdidas se acrecentaron con los saqueos que empezaron cuando, después de siete horas de trabajo, los Bomberos consiguieron extinguir las llamas. La policía porteña estaba acuartelada porque se esperaba una revuelta, y el intendente se negó a sacarla a la calle.

Fuego militar
El 31 de marzo de 1866 la escuadra española, al mando del almirante Casto Méndez Núñez, bombardeó durante cerca de tres horas a Valparaíso. Fue una acción tan cobarde como inútil. El puerto no tenía fuertes ni artillería para defenderse. Las bombas hicieron arder ciento cincuenta bodegas llenas de mercaderías y el fuego se extendió a los edificios vecinos. Afortunadamente las víctimas humanas fueron mínimas: sólo dos muertos y otros dos heridos. Era tanta la indefensión del puerto, que Méndez Núñez pudo darse el lujo de ser cortés y anunciar con anticipación el bombardeo. De modo que la población pudo refugiarse en los cerros y en las quebradas para presenciar desde allí aquella gratuita destrucción de su ciudad. El anuncio permitió también que las compañías de bomberos del puerto estuvieran preparadas y con el refuerzo de otras traídas desde la capital, para actuar en cuanto cesara el bombardeo. Éste es un tercer tipo de incendio: el de origen naval o militar. En esta ocasión, sin embargo, la destrucción de Valparaíso ni siquiera era un objetivo táctico o estratégico.En vísperas de año nuevo, el 31 de diciembre de 1868 estalló un incendio en el barrio El Almendral, en bodegas de combustibles y maderas. El fuego duró toda la noche y la primera mañana de 1869. Menos de un mes después, el 24 de febrero de 1869, el fuego volvía al puerto, al sector Aduana, consumiendo varios negocios y cobrando la vida de cinco personas que trabajaban en la extinción del incendio. En 1891 nuevamente fueron acciones militares las que encendieron el fuego. La noche del 28 de agosto, las tropas del ejército congresista destruyeron y saquearon casas y negocios no sólo de sus adversarios, los balmacedistas. Provocaron incendios con las consiguientes pérdidas que afectaron tanto a chilenos como a miembros de distintas colonias extranjeras. Éstos, tal vez fueron los últimos grandes incendios que asolaron al puerto en el siglo XIX.

Incendios en el siglo XX
El 4 de mayo de 1914 se declaró un incendio que destruyó el pasaje Ross, se propagó por toda una manzana y hasta alcanzó a quemar algunas habitaciones del histórico Palacio Astoreca. Este fue uno de los primeros incendios del puerto que cobró una cantidad significativa de víctimas: cerca de cincuenta muertos y cien heridos.

El 27 de noviembre de 1924 ardió una bodega de papeles, después el fuego destruyó dos Compañías de Bomberos, la 4a y la 9a, alcanzando también las bodegas de la empresa Saavedra Benard, donde fue avivado por la explosión de tubos de oxígeno y de compuestos químicos inflamables.

Arde la aduana
El 31 de diciembre de 1941. Nuevamente en vísperas de año nuevo, se declaró un incendio de grandes proporciones en el recinto de la aduana, que consumió grandes cargamentos de té, rumas de algodón, automóviles y repuestos. En esos tiempos y a consecuencia de la guerra mundial, todos esos artículos de importación eran escasos. Por la magnitud de las pérdidas, y además porque había versiones según las cuales el incendio fue intencional, se designó un ministro en visita para que investigara el caso.

El 10 de abril de 1948 nuevamente ardieron galpones y bodegas de la zona de la aduana. El estanque del Cerro Cárcel (1) estaba seco. Esto obligó a bombear agua del mar. En el tiempo que tomó esta operación el fuego avanzó consumiendo la comisaría de carabineros del sector, el laboratorio químico de la Aduana, la maestranza portuaria, bodegas llenas de mercaderías y otros edificios. Gran cantidad de sacos de cemento, que iban a usarse en obras portuarias, quedaron inutilizados con el agua.
En octubre de 1951 nuevamente se declaró un incendio catastrófico en el sector aduanero. Mil toneladas de compuestos inflamables, principalmente tambores con parafina en pasta avivaron un fuego devastador, que destruyó edificios, bodegas y decenas de carros y vagones. Varios toneles de soda cáustica se vaciaron y con el agua formaron un caudal corrosivo que ocasionó problemas serios a los bomberos que trabajaban en el lugar.

Otro incendio de año nuevo. Éste ocurrió en la madrugada del primero de enero de 1953 y debe ser el más catastrófico ocurrido en el puerto. Lo originaron los fuegos artificiales. Uno de ellos cayó en una barraca en la avenida Brasil, pasada la una de la madrugada. Cuando los Bomberos estaban por extinguir el fuego reventaron los explosivos guardados en una bodega del Ministerio de Obras Públicas. Hacia las tres de la mañana la dinamita y la pólvora produjeron dos explosiones consecutivas, causando enormes destrozos en los alrededores. Las palmeras de la avenida Brasil ardieron como antorchas. Hubo cincuenta y un muertos -treinta y seis de ellos, Bomberos- y trescientos heridos.

El 27 de julio de 1974 se quemó íntegramente la manzana ubicada entre las calles Morris, Yungay, y la avenida Brasil. Más de 200 personas quedaron sin hogar. Pocos meses después, el 6 de noviembre, el fuego dejó a cerca de 100 damnificados en el cerro Florida. El 10 de diciembre de 1973 alrededor de 300 personas perdían sus casas en un incendio en el cerro Barón. La estación del mismo nombre fue sacudida, el 24 de enero de 1974, cuando en uno de los vagones del ferrocarril que transportaba un cargamento de materiales inflamables, se produjo una explosión que siguió en cadena en los otros vagones, provocando un incendio que cubrió el cielo con una nube de gases tóxicos. El calor era tan intenso que impidió la acción de aviones cisternas y de barcos que intentaron bombear agua desde el mar.

El 3 de febrero de 2007 una gran explosión de gas derribo varios edificios y provocó un gran incendio en la calle Serrano del barrio Puerto, otrora principal barrio Comercial del país. La dantesca explosión costó la vida a cuatro personas.

La explosión se registró cerca de las 09,00 horas de la mañana y el fuego no pudo ser controlado sino hasta pasadas 10 horas de arduo trabajo por parte del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.

El saldo final de ésta nueva tragedia fue el de cuatro personas fallecidas, varios edificios completamente arrasados por la fuerza de la explosión y las llamas, y una nueva zancadilla al comercio de Valparaíso que se vio duramente afectado.
Quién mejor que Joaquín Edwards Bello para describir el duelo continuo que han mantenido en Valparaíso el Fuego y el Cuerpo de Bomberos: ..."Bombas, bomberos e incendios nos obseden"...

Éstos son sólo algunos de los incendios que han devastado a Valparaíso destruyendo zonas residenciales, bodegas, mercaderías, establecimientos comerciales e industriales y un importante patrimonio arquitectónico y urbanístico.
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(1) Hasta hace tan sólo unos años atrás el gran estanque del cerro Carcel abastecía de agua a una fabulosa red de grifos que surtía de dicho elemento a las distintas Compañías en caso de incendio. Lamentablemente hoy dicho estanque y red de grifos no se encuentran en funcionamiento.


Bibliografía

Edwards Bello, Joaquín, En el viejo Almendral.
Encina, Francisco Antonio, Historia de Chile.

Quevedo, Franklin, Valparaíso navega en el tiempo.

Urrutia de Hazbún, Rosa y Carlos Lanza Lazcano, Catástrofes en Chile 1541. 1992.

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