martes, 17 de noviembre de 2009

LAS ANTORCHAS BOMBERILES


Los funerales de bomberos tienen algo de característico, que les da relieves especiales aparte de la impresión de recogimiento que, como es natural, produce todo cortejo!..... Es el uso de las antorchas, con que los voluntarios y auxiliares van alumbrando el camino de la postrer morada, al compañero que se va!..... De esas antorchas que, en las penumbras de la noche, cuando remontando el cerro del panteón, chispeantes y en largas hileras, semejan a aquellas caravanas de negros penitentes con que solía tropezar en la carretera solitaria y polvorienta el aventurero o caminante, en lejanos tiempos!..... De esas antorchas que cuando niños veíamos desfilar desde el cristal de la ventana, con ojos asustadizos y admirados, aún dominados por el sueño que había interrumpido la música funeraria, y que hoy, ante la completa realidad de la vida y recorrida de ella la mayor jornada, nos semejan los cirios burlescos y anunciadores del propio cortejo que se acerca!.....

Quien podía imaginarse el papel que ha correspondido en el desarrollo de la historia a este aparato minúsculo y sin importancia, hoy casi desterrado del uso de los pueblos!..... Desde que fuera ideado por el hombre milenario, allá en el horizonte lejano de los comienzos de la humanidad; hasta nuestros días, en que el sorprendente descubrimiento de la electricidad ha hecho innecesaria su aplicación, la antorcha ha servido al hombre para fines diversos, bajos y ruines unos, nobles y elevados los otros!.....

La antorcha era el medio que tuvo el hombre primitivo para defenderse de la inclemencia del tiempo y furor de las fieras, y para alumbrarse en la para él pavorosa oscuridad de la noche!..... Las alimentaba a toda hora, y como no conocía otro medio para obtener el fuego que el que brindaba el volcán lejano y rugiente, las llevaba consigo como carga preciosa, de selva en selva, atravesando montañas y ríos!..... Qué espectáculo más extraño deben haber ofrecido esas tribus, marchando en pos de la antorcha gigantesca, llevada en hombros cual Arca Santa de divina salvación!..... En sus almas sencillas y toscas no había anidado todavía el interés por aquellos otros elementos que tanto agitan hoy al hombre, y que lo llevan comúnmente a la lucha fraticida: solo el fuego, mantenido por la antorcha santa, tenía valor y era sagrado!.....

A la antorcha luminaria, que era símbolo de salvación y vida, que agrupaba a los hombres en un solo haz de hermandad y amor, sucedió, probablemente en la edad del bronce o del hierro, la tea incendiaria, que sembró la muerte y desolación!... Los hombres dejaron de ser hermanos, y empujados unos contra los otros por la embriaguez desenfrenada del poder y de la fortuna, durante siglos de siglos tuvieron en la tea el arma que mutilaba y mataba en el día, y que en la noche servía al vencedor para recoger el botín o celebrar el triunfo, generalmente más espantoso que la propia batalla!... Qué escenas de dolor y desolación no alumbró en el pasado remoto este extraño símbolo de la destrucción!... Nerón iluminó con teas sus locas orgías, alimentándolas en al mirra santa e inocente de los mártires cristianos!... Atila, en sus ansias trogloditas, paseó con ellas la ruina y desolación por la vieja Europa, y así, donde hubo dolor y ruina, ahí se alzó la llama turbulenta y pavorosa de la tea!...

Pero, poco a poco la tea fue perdiendo su fin espantable y siniestro!... De nuevo volvió a ser la antorcha luminosa, la que fue compañera inseparable y buena del hombre milenario!... Ya no vagó por las montañas y valles, blandida en lo alto por la mano robusta del guerrero, sembrando la muerte y desolación"... Después se le vio orientado el camino al viajero presuroso, presidiendo la tertulia del pastor que sorprendía la noche en la mitad de la jornada, alumbrando al artesano e industrial en sus trabajos maravillosos, guiando al minero en su tarea temeraria!... Ya fue, de nuevo, emblema santa de amor y ayuda fraternal!... desde los altos cerros de la costa señaló al navegante el sitio de salvación en las inciertas y negras horas de la tempestad!...

Ya no fue la tea que mataba y desolaba!... Era la antorcha que iluminaba y orientaba!... Había dejado de ser símbolo del fuego: era símbolo de la luz!...

Hoy carece la antorcha casi por entero de aplicación práctica. No se le usa ni como elemento de destrucción, ni como medio o ayuda de trabajo. Solo los bomberos de este lejano lado del mundo, la conservan en sus costumbres como cirios funerarios!...

Nuestros antiguos voluntarios y auxiliares usaron la antorcha para alumbrar las bombas y carros, cuando la voz plañidera de la campana los llamaba al sitio del deber en las altas horas de la noche. Servían para alumbrar los trabajos y movimientos bomberiles, como los de conexión de mangueras, y los de armadura sobre los pozos de alimentación que había en varios puntos de la ciudad. Cabe anotar, a estos respectos, que cuando el Emperador Augusto estableció el primer cuerpo de bomberos o zapadores que recuerda la historia, formó una legión de alumbradores, cuya misión era señalar con antorchas el camino a los que llevaban el material.

El uso de las antorchas en los funerales data del año 1850, en que, a causa del estado de revolución, se efectuaron varios funerales en la noche, por disposición de la autoridad. Muchos voluntarios y auxiliares llevaron antorchas para alumbrar el camino, en aquellos años tortuoso y accidentado, y así, lo que se hizo una vez por necesidad, quedó hasta hoy convertido en costumbre legendaria.

Me ha tocado muchas veces hacer el mismo camino, marchando con la antorcha de luz incierta en pos del amigo o compañero que ha pagado su tributo a la muerte!... Es la misma subida sinuosa y antigua; casi las mismas casas; el mismo pavimento formado por toscas piedras; nada ha cambiado!... Todo nos recuerda el pasado!... Todo nos dice que ahí mismo, en ese largo proceso de 74 años que informa la historia del Cuerpo de Bomberos, son muchos los que han pasado, son muchos los que han vuelto de nuevo con las antorchas al brazo, tras el cortejo; hasta que a su vez les ha llegado su turno, el instante de la postrer y última pasada!...

Cada vez que regreso de esas tristes y dolorosas peregrinaciones, y no huye todavía de mi espíritu esa penumbra de pensamientos que nos produce la cercanía de la muerte, todos los viejos objetos de esa ruta, desde sus casas enterradas en las laderas, hasta las gastadas pizarras de su pavimento, me traen recuerdos de los amigos que han dejado para siempre este ingrato y duro batallar!... Cuantas reflecciones, santas y hermosas, no asaltan en esos momentos al alma, hasta que el torbellino de la vida que fluye de la ciudad alegre, se los lleva con los acordes de la música que, allá abajo, despide a los bomberos!... Cuantas reflecciones tristes, pero gratas al alma, siempre sedienta del recuerdo, aunque sea para sangrar nuevas lágrimas!... Cuantos nombres queridos desfilan con la velocidad de un rayo!... El amigo con que antes hicimos juntos esa ascensión penosa; el alegre muchacho ido en los años de la risa y de las ilusiones puras; el hombre ya formado, que lloran aún la viuda y los tiernos hijos; el patriarca que nos ha legado el ejemplo de sus esfuerzos y virtudes!... Cuantas veces, Dios mío, me ha tocado, en tan corto número de años, subir por esa ruta dolorosa, llevando la antorcha funeraria!...

Y, para nada más sirven las viejas antorchas bomberiles!... Ellas alumbran nuestras hermosas tradiciones, y es por eso que, como el hombre milenario, no queremos que las apague el vendaval del tiempo o del olvido!...

Para estos hombres ilusos y quijotescos que se llaman los bomberos voluntarios, que cuando sienten la voz extraña de la bocina, dejan todo, y corren alegres y animosos en busca de las llamas, las antorchas sirven de cirios funerarios!... Y allá, en los momentos de la expansión, bajo el techo del querido Cuartel, unos a otros se dicen, risueños o sarcásticos, que ellas, las viejas antorchas y la música que les hace compañía en los entierros, constituyen la esperanza del bombero voluntario!...

Y... esto es lo que el vulgo llama bufonamente, "El pago de los bomberos".



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Por Guillermo Ernesto Meyer
Voluntario de la Tercera Compañía del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso
Publicado en el Número 1 del “Magazine Bomberil” de Valparaíso, Enero de 1926

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