lunes, 26 de mayo de 2014

EL CANJE. 5a. de Santiago y 3a. de Valparaíso.




Por: Claudio Chaparro Forn
Voluntario de la 3a.

El día 19 de diciembre del año 1888, el oficial de servicio de nuestra Compañía acotaba en el Libro Diario de Oficiales, la recepción de dos misivas dentro de la correspondencia. Una correspondía a una carta de la 1a. Compañía de Bomberos de Santiago, fechada el día 15 del mismo mes, por la cual se invitaba a nuestro Director, Capitán y Secretario a un acto que se efectuaría en su cuartel capitalino con motivo de celebrar sus primeros 25 años de existencia.

La segunda misiva aludida, se trataba de un escueto telegrama que decía lo siguiente:

“Señor Carlos García L.
Capitán de la 3a. Cía. de Bomberos de Valparaíso
La Quinta espera a la Tercera
Manuel Avalos Prado
Capitán”.

Como podemos colegir de esta correspondencia recibida, el motivo principal de estas invitaciones obedecía a las celebraciones programadas por el Cuerpo de Bomberos de Santiago con motivo de conmemorar el vigésimo quinto aniversario de su fundación, actos que se efectuarían entre el 22 y 24 de diciembre de 1888.

Previamente, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso había recibido una invitación oficial para tan esperada fiesta y, en su sesión de Directorio de 5 de diciembre de aquel año, había aceptado la invitación. Para estos efectos, había solicitado al Ministerio del Interior pusiera a su servicio un tren especial para el transporte de 100 voluntarios porteños, diez por cada una de las Compañías que conformaban a esa fecha la benemérita institución. Una vez que se corroboró la solicitud planteada, se dispuso que el tren saliera desde Valparaíso el sábado 22 de diciembre a las 15,30 horas y se esperaba que arribara a la capital a las 19,50 horas de ese mismo día.

En posesión de todos esos datos, nuestro Capitán envió la siguiente respuesta, vía telegrama, al Capitán de la Quinta:

“Diciembre 19 de 1888
Tercera agradece atención 5a., comisión irá el sábado por tren especial 3 ½ de la tarde.
Carlos García Ledesma
Capitán”

           Las muestras de recíproca amistad entre la Tercera y la Quinta de Santiago, ya se arrastraban de varios años antes. Quizás se podrían remontar a los primeros años de vida de la 5a. En cualquier ocasión en que la Tercera efectuaba alguna visita oficial a Santiago, era objeto de finas atenciones y especial preocupación por parte de miembros de la 5a. De esta forma no era de extrañar la actitud para las fiestas que se avecinaban.

Aquel sábado 22 de diciembre de 1888, a las 15,25 horas salía desde Valparaíso el convoy ferroviario que llevaba a bordo la delegación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, incluida, obviamente, la de la Tercera que marcaría un hecho histórico en el futuro de ambas Compañías. Componían nuestra delegación, en primer término, el Director don Roberto Pretot Freire y los diez miembros comisionados en la delegación:

Capitán, Carlos García Ledesma; Teniente 3º, Roberto Felipe Délano Ross; Ayudante, Enrique del Río; Voluntarios, Carlos 2º Lorca, Enrique García Ledesma, Joaquín Barbra, Julio Martin, Carlos E. Burton, Carlos E. Wessel y Ricardo Valdés Vicuña.



El tren arribó a las 19,15 horas a la Estación del Mercado de Santiago (Construida en la década de 1880 como terminal del ramal Yungay-Mercado Central y que con el auge en el flujo de pasajeros se amplió en 1912 para transformarse en la Estación Mapocho), donde esperaba una comisión de la 5a. de Santiago y que acompaña a los miembros de la Tercera al Hotel Inglés, lugar en el cual nuestra delegación tenía reservas para su hospedaje.

A las 20,05 horas la delegación completa del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso se reunía en el Cuartel General de Santiago para asistir al Teatro Municipal a un Concierto de Gala en homenaje al Cuerpo de Bomberos capitalino.

El día domingo 23 a las 11,30 horas, la delegación de la Tercera se junta en el cuartel de la 5a. y forman en conjunto para la Revista, Repartición de Premios y Ejercicio  General, que estaba programado en la Alameda de las Delicias.

La 5a. cede a la Tercera un gallo recién estrenado para su participación en el ejercicio. Finalizado este ceremonial, se regresa al cuartel de la 5a. donde se pasa lista.
A las 16,15 horas se asiste a un gran banquete ofrecido por el Cuerpo de Bomberos de Santiago en el Cerro Santa Lucía. Finalizado éste, se retorna al Hotel para tomar un descanso.

            Por la noche, la delegación tercerina es agasajada con una cena ofrecida por la 5a. en el Club de Septiembre, la que tuvo su inicio a las 23,30 horas. Ofreció la manifestación el secretario de la Quinta don Nicolás Montt, quién hizo votos por la unión y fraternidad de las Compañías. Agradeció nuestro Director todas las atenciones dispensadas, e invitó a la Quinta a la reinauguración de nuestro cuartel, acto que estaba programado para marzo de 1889.

Entre los discursos que continuaron aquella noche se insinuó la idea de formalizar un canje de servicios entre la Tercera y la Quinta, idea que gozó del frenético aplauso de todos los presentes. Se había colocado la primera piedra para dar marco a una amistad que ha perdurado por años.

Concluida la cena, la delegación de la Tercera fue acompañada por miembros de la Quinta hasta su lugar de alojamiento, pero el intercambio de atenciones no terminó ahí. Varios tercerinos, dando muestras de su sempiterna y caballeresca actitud, acompañaron, a su vez, hasta su residencia al Capitán de la Quinta don Manuel Ávalos Prado.

Una vez de regreso la delegación en Valparaíso no quedó en el olvido lo conversado e insinuado en tan hermoso ágape. Iniciado el año 1889, la Compañía fue citada a Reunión de Compañía, ésta se verificó el 25 de febrero de 1889. En ella se tomó en forma unánime un acuerdo que traería historia, el texto  decía lo siguiente:

“Agradeciendo a la 5a. Cía. de Bomberos de Santiago las manifestaciones de simpatía con que obsequió a la comisión que en representación de la 3a. fue a esa capital con motivo del 25º aniversario del Cuerpo de Bomberos de Santiago i (sic) deseando estrechar los sentimientos de recíproca fraternidad que existen entre ambas Compañías, se acuerda que todo miembro perteneciente a la 5a. Compañía de Bomberos de Santiago i que se encuentre de paso en Valparaíso, gozará de todas las prerrogativas que concede nuestro Reglamento.”

El 20 de marzo de 1889 se recibe respuesta de parte de la 5a. con el siguiente tenor:

“Santiago, 19 de marzo de 1889.

Señor Director:

Esta Compañía en sesión de 15 del presente, tomó conocimiento de la atenta nota de Ud. por la cual se sirve comunicarnos el acuerdo tomado por la 3a. de Valparaíso en sesión de 25 de febrero último, relativo a las prerrogativas que se conceden a los voluntarios de la 5a. cuando se encuentren de paso en Valparaíso.

La 5a. agradece cordialmente esta benévola manifestación de sus amigos i compañeros de la 3a. de Valparaíso i se sentirá mui honrada si los miembros de la 3a. quieren considerar como suya esta casa i compartir con ellos los azares i fatigas del servicio, contribuyendo con este cambio de recíprocas atenciones, a estrechar los lazos de fraternal concordia que ligan a los bomberos de los diversos cuerpos de la República.

Somos de Vd.

Sus mui attos. i S.S.

Ricardo Reyes Solar                        
Secretario

Benjamín Dávila Larraín
Director“
            
Este intercambio epistolar se produjo en vísperas de un gran acontecimiento para la Tercera, que fue la reinauguración de nuestro remodelado cuartel, acto que tuvo lugar el 24 de marzo de 1889 con la presencia de autoridades civiles, militares, bomberiles y de amigos de la Compañía. La Quinta se hizo presente con una nutrida delegación, que prolongó su visita hasta el día 25, ocasión en que se les brindó un lunch.



En cuanto al canje de servicios, la Quinta había aceptado lo concerniente a sus miembros que actuaran en actos del servicio activo en Valparaíso, pero quiso dar a su participación en relación a los voluntarios de la Tercera, que interviniesen en actos del servicio activo en Santiago, un marco ceñido a los reglamentos del Cuerpo de Bomberos de Santiago. A esa fecha ya existían canjes de servicios entre algunas Compañías de Valparaíso y Santiago, mas no contaban con la consulta previa a los Cuerpos que las cobijaban. De tal manera, la Quinta solicitó la debida autorización para un acuerdo definitivo, éste llegó a poco de solicitarlo.

En definitiva, con el beneplácito del Cuerpo de Bomberos de Santiago, la Quinta en Reunión de Compañía de fecha 13 de abril de 1889 tomó el acuerdo, que comunicó de esta forma a la Tercera:

“Santiago, 23 de abril de 1889.

Señor Director:

En vista del acuerdo tomado por el Cuerpo de Bomberos de Santiago a indicación del Director de la 5a., ésta Compañía en sesión del 13 del presente acordó conceder a los voluntarios de la 3a. de Valparaíso, todos los derechos i prerrogativas de que gozan los miembros de la 5a. de Santiago en los actos del servicio activo.

A continuación transcribo a ud. el acuerdo a que se hace referencia en la presente comunicación:

Señor Director

En la última sesión celebrada por el Directorio, en vista de que los arreglos o convenios que existen entre algunas Compañías de Santiago i otras del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso o de otras ciudades, haciéndose ciertas concesiones recíprocas i permitiendo  la incorporación de los voluntarios de las Compañías correspondientes en los actos de servicio, las considera convenientes por concurrir a estrechar las relaciones de confraternidad de asociaciones que tienen un mismo fundamento i un solo propósito, acordó dejar establecido, que podían ajustarse, i que en consecuencia  los servicios que con arreglo a ellos se prestaran, debían considerarse para los efectos del Reglamento General.

Soi de Vd. Sr. Director su atento y S.S.

Ricardo Reyes Solar                                                     
Secretario                                                                 

Benjamín Dávila Larraín
Director  

De esta manera quedaba sancionado el primer canje de servicios entre dos Compañías de distintas ciudades con la debida autorización de sus Cuerpos madres.

Para los anales de la historia consignemos lo siguiente:

Al momento de acordarse este canje de servicios, la Tercera fundada, como bien sabemos, el 13 de octubre de 1854, tenía 34 años y seis meses de existencia. Su oficialidad la conformaban:

Director, Roberto Pretot Freire
Capitán, Carlos García Ledesma
Secretario, Ricardo Escobar Cerda
Teniente 1º, Manuel Luco Huici
Teniente 2º, Roberto F. Délano Ross
Teniente 3º, Jorge E. Garland
Teniente 4º, Sixto A. Riofrío Samit
Ayudante, Enrique del Río

Por su parte, la Quinta de Santiago había sido fundada el 7 de diciembre de 1873, a la sazón tenía 15 años y cuatro meses de vida. Su oficialidad estaba compuesta por los siguientes voluntarios:

Director, Benjamín Dávila Larraín
Capitán, Ignacio Santa María
Teniente 1º, Arístides Pinto Concha
Teniente 2º, Daniel Rioseco
Ayudante, Ernesto Lagos
Secretario, Ricardo Reyes Solar
Tesorero, Víctor Körner
Maquinista, Alfredo Infante

Más de cien años de pura y sincera amistad unen a tercerinos y quintinos. La primera demostración de esta férrea unión se vivió en junio de 1891. El país se encontraba inmerso en una cruenta guerra civil, la Tercera se encontraba clausurada por disposición gubernamental por razones políticas. Bajo esas circunstancias, fallece en Santiago el voluntario de la Tercera don Santiago Ross, como nuestra Compañía estaba imposibilitada de hacerse presente en los funerales, la Quinta se hizo cargo de ellos y de las correspondientes honras fúnebres.
Hechos como el descrito jalonan al paso de los años, de uno y otro lado, la hermandad tercerino-quintina. En circunstancias difíciles afloran los lazos que ratifican la unión visionaria que gestaron nuestros antepasados.

Pero no sólo en momentos tristes nos hemos encontrado. Aniversarios de unos y otros han servido para demostrarnos el verdadero aprecio y cariño que nos profesamos. Como no poder recordar las fiestas de conmemoraciones de este canje, para sus cincuenta años la fiesta se celebró en Santiago allá por el año 1939. Tuve el privilegio de participar en las fiestas por los setenta y cinco años del canje, las que se realizaron en Valparaíso y que culminaron con un brillante almuerzo en Los Lilenes. Por imponderables de calendario, esta fiesta se vino a efectuar el sábado 13 de mayo de 1967.  De regreso casi terminamos en lamentaciones tras un accidente que sufrió nuestro hoy fallecido voluntario, Oscar Saravia Varas.


Y la gran fiesta por el centenario celebrada el año 1989 en Valparaíso. Con esa  estupenda Sesión Solemne realizada en el Aula Magna de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, con la brillante interpretación de nuestros himnos por parte de un Coro universitario y del magnífico fin de fiestas, tras un novedoso ejercicio que se realizó en la Plaza Sotomayor, celebrado en el Caleuche y que contó con el improvisado marco, pero del todo inolvidable, del zarpe de nuestro buque-escuela “Esmeralda” en su viaje de instrucción.
La Tercera ha nombrado honorarios a los siguientes Quintinos: 

José Alberto Bravo Vizcaya
Gaspar Toro Barros
Oscar Dávila Izquierdo
Jorge Gaete Rojas
Guillermo Matte Hurtado
Sergio Dávila Echaurren
Mario Gonzáles Bazán
Mario Errázuriz Barros
Agustín Gutiérrez Valdivieso
Enrique Matta Rogers
Cristián Pérez Benítez
Alfredo Egaña Respaldiza 


La Quinta ha nombrado Voluntario Honorarios de la Quinta a los siguientes Tercerinos: 

Carlos García Ledesma
Carlos David Finlay Montenegro
Guillermo Purcell Verdugo
Luis A. Jung Binge
Juan Enrique Lyon Sarratea
Benjamín Aguirre Amenábar
Guillermo Purcell Winter
Rafael Luis Barahona Stahr
Oscar Vío Valdivieso
Gastón Prado Martínez
Fernando Mutis Osuna
Guillermo Reyes C.
Arturo Polanco Bravo
Domingo Monteverde Engelbach
Manuel Pérez Aguilar
Santiago Franichevic Haracic





miércoles, 21 de mayo de 2014

SUPERINTENDENTES.




Magnífica fotografía en la que podemos ver a cuatro de los doce Superintendentes que ha dado la 3ª. al Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. De izquierda a derecha: Carlos David Finlay, Guillermo Purcell Verdugo, Carlos Van Buren y Rafael Luís Barahona San Martín. 

Pero eso no es todo, importante es destacar que tanto Guillermo Purcell Verdugo como Rafael Luis Barahona San Martín darían dos Superintendentes más al Cuerpo de Bomberos, sus hijos Guillermo Purcell Winter y Rafael Luis Barahona Stahr.


EL GALLO FIAT.


Este telegrama de fecha de 24 de mayo de 1923 habría de ser el principio del fin para el primer Gallo porta mangueras automóvil con que contaría la Compañía.


El año 1914 Don Santiago Severín, quien no hacía mucho donaba una espléndida Biblioteca Pública a la ciudad, beneficiaba a la Compañía con un veloz automóvil proveniente de la Fiat Automobile Co.de los Estados Unidos.
El nuevo Gallo vendría a complementar a la bomba “Carlos Van Buren”, transportando a los Llamados de Comandancia e Incendios varias tiras de manguera, pitones, llaves de grifo y boquillas, en una época en que la bomba principal no contaba con el suficiente poder ni espacio para llevar todo el material requerido.
El año 1923 el Gallo sería puesto a la venta y varios Cuerpos de Bomberos recibirían el telegrama enviado por el Capitán Enrique Harrington, despertando especial interés en la 6ª. Compañía de Bomberos de Valdivia, quienes aprovechando la estadía en Valparaíso de su ex Voluntario Sr. Carlos Riedemann, le solicitan conozca el material en venta y elabore el informe que a continuación se adjunta.




El Gallo FIAT





lunes, 3 de junio de 2013

LA COUSIÑO.




La donación de una bomba al Cuerpo de Bomberos de Valparaíso por parte del señor Matías Cousiño Jorquera, fue el vamos para la fundación definitiva de la primera Compañía de Bomberos del barrio del Almendral.

La bomba encargada arribó a Valparaíso a fines de septiembre de 1854 y se entregó a la Tercera  el 2 de noviembre de 1854, cuando aún no enteraba un mes de vida nuestra institución. Las expectativas puestas por los flamantes miembros de la Tercera en esta nueva bomba, no podían ser más elocuentes con lo acontecido a su arribo. Aquel día se reunieron en el edificio de la Bolsa Comercial, el mismo lugar en el cual se había firmado el acta de fundación, un gran número de voluntarios al mando del Capitán Sartori.  Desde allí pasaron a recoger la nueva bomba  y la llevaron marchando hasta la Plaza de la Victoria.
En el citado lugar armaron un pozo existente en la calle del Circo (hoy Edwards) y se pudo comprobar que se trataba de una máquina poderosa y eficiente.
El bautizo de fuego de la bomba, y de la institución, se verificó la noche del 24 de noviembre de 1854, en un incendio que destruyó algunas casas vecinas a la antigua Aduana (La que después fue la Intendencia y hoy es la Comandancia en Jefe de la Armada).
En dicha oportunidad, la bomba “Cousiño” fue sacada del cuartel por el Secretario señor Antonio Barrena acompañado por el Teniente 4º don Manuel Riofrío Papa y por el voluntario don Alberto Carson. El Secretario señor Barrena, en la Memoria correspondiente a aquel año señaló lo siguiente:

“…Colocado el pitón en el callejón formado entre la casa del señor Lyon y la del señor Guinodié, por espacio de tres horas no dejó de arrojar un torrente de agua y contribuyó a salvar el edificio de la Aduana…”

El 17 de enero de 1855 concurrió la “Cousiño” a su primer Ejercicio General, el que tuvo lugar en la Plaza Municipal (hoy Echaurren), en conjunto con el resto de las Compañías. A tan significativo evento, al Capitán señor Sartori, se le ocurrió la idea de empavesar la bomba con cuatro banderolas colocadas en cada ángulo y, de otra, con el nombre “Cousiño” bordado en letras doradas. Se cuenta que al paso de la Compañía frente al edificio de la Bolsa Comercial, donde se encontraban formadas el resto de las compañías, fue saludada por éstas con tres sonoros hurras.
La “Cousiño sirvió a la Tercera por espacio de veintinueve años, pues fue puesta fuera de servicio el año 1883. Posteriormente, a fines de 1884, fue vendida a la recién formada 1ª Compañía de Bomberos de Viña del Mar, la que pasados algunos años se declaró en receso.
De aquella primitiva bomba no se guardó fotografías, sólo queda un pequeño modelo a menor escala que donó nuestro voluntario don Rafael Luis Barahona Stahr y que está sobre el escritorio de oficiales. Gemelas a esta bomba llegaron dos más, una fue para la 4ª Compañía  a la que se le llamó  “Valparaíso”.  Esa Compañía fue en sus inicios  la bomba “Española”, que se disolvió. Con los años esa bomba fue vendida a la 1ª Compañía de Bomberos de San Felipe la que aún hoy  lucen en su cuartel como preciado testigo de una época pretérita.

Sin embargo, para que podamos tener una detallada descripción de esa valiosa primera bomba, paso a detallar la “Instrucción” de ella que se adjuntaba al Reglamento de la Compañía el año 1863.
De las partes principales de la bomba que es importante conocer para  el mejor servicio de ella.
                
              Caja de bomba.- Esta contiene adentro el recipiente, morteros, válvula y cañón de la válvula, los conductos de absorción y expulsión.
Se puede dar agua con la bomba de dos modos: Tomándola con los chorizos a alguna distancia, o depositándola en la caja.

Morteros.- Estos son dos, colocados dentro de la caja y en comunicación con el recipiente y cañón de la válvula. Por el ejercicio de las varas se ponen en movimiento, alternativamente, bajando uno y subiendo el otro. El que sube aspira el aire contenido en él y en el cañón de la válvula; y, el que baja, causando una fuerte presión a este mismo aire comprimido, lo expele por el único punto de salida que le queda, que es el conducto de expulsión, quedando los otros tapados por unas válvulas interiores movidas por los mismos morteros.

Válvula.- Es la abertura hecha en un cañón que une el conducto de absorción al recipiente y morteros. Cuando se deposita el agua en la caja de la bomba, esta válvula debe estar abierta para que por ella entre a los morteros, y cerrada, cuando se tome el agua con los chorizos para impedir la comunicación del aire.

Cañón de la válvula.- Es el mismo en que está la válvula y por el que el agua llega a los morteros.

Recipiente.-  Es la cúpula que está colocada entre los dos morteros, el aire que contiene se comunica a los morteros y facilita su trabajo.

Conducto de absorción.- Así llamamos la parte en que se atornilla el chorizo a la bomba para dejar libre paso al agua. Este conducto está cubierto por un tapón de metal que es preciso quitar para atornillar el chorizo y, dejarlo en su lugar, cuando se toma el agua para la caja.

Conductos de expulsión.- Son semejantes al anterior, están a los costados de la bomba y, a ellos, se atornillan las mangueras para dar salida al agua.

Chorizos.- Son las mangas o cañones que, unidos a la bomba por el canal de absorción, ponen el agua en comunicación con los morteros, por la aspiración del aire.

Canastillo.- Es como lo indica el nombre, un canastillo de alambre, que atornillado en el extremo de los chorizos, se coloca en el agua impidiendo que pase la arena o suciedad y pueda obstruir los morteros.

Palanca.- La palanca es un brazo de fierro que atraviesa la bomba de atrás para adelante y por encima de ella, asegurado por el medio a un eje firme que nace de la bomba. No tiene más movimiento que subir y bajar los extremos, subiendo y bajando los émbolos de los morteros que están unidos a la palanca.

Descanso de la palanca.- Es una pieza de fierro situada en la parte delantera de la bomba unida a ésta por un gozne, y en la parte superior tiene una horquilla sobre la que descansa la palanca y se afianza con un perno para que quede inmóvil.

Varas.- Las varas son dos, cada una se forma de dos piezas de madera y están colocadas a los costados de la bomba, descansando sus extremos en unas horquillas de fierro, que con este objeto, hay en la medianía de los costados de la caja. Los otros extremos están asegurados por un gozne a la palanca. En esta posición, el extremo de cada vara, está junta al extremo de la otra, formando el centro, y, los verdaderos centros, están a  los extremos. Pero, cuando se arman, giran las cuatro medias varas sobre los goznes de la palanca y se presentan, entonces, perpendicularmente a la posición que antes tenían y en disposición de dar movimiento a la palanca.

Timón de la bomba.- Es la lanza unida al eje delantero y giratorio de la bomba y sirve para darle dirección en su marcha.

Pistón.-  Se llama el tubo que se coloca en el extremo de la manguera para dar dirección al agua, se compone de dos partes: el pistón propiamente dicho y la boquilla. La boquilla es de metal, hay varias y de distintos diámetros, se usan las más delgadas para arrojar el agua a mayor distancia, y todas ellas son adaptables al pistón. Se coloca sobre la bomba.

Gallos.-  Son los carros conductores de las mangueras. Estos están colocados de modo que envuelven una armazón cilíndrica que gira sobre el eje del gallo. En la parte delantera y sobre la lanza, hay una caja que sirve para grandes herramientas.

Mangueras.- Las mangueras son semejantes a los chorizos, sólo que, por el uso a que se destinan, son más largas, flexibles y delgadas. Por esta razón, el agua se arroja con más fuerza por ellas, porque siendo mayor la cantidad que entra por los chorizos, aquella se ve empujada por una fuerza superior que es, además, aumentada por la presión de los morteros.


Extracto del libro “Epopeyas Tercerinas” del Voluntario Honorario de la 3a. don Claudio Chaparro Forn.

martes, 4 de mayo de 2010

LA CATÁSTROFE DEL 4 DE ABRIL DE 1914


"Valparaíso, la ciudad ya tantas veces desgraciada y conturbada por irremediables catástrofes, se estremece una vez más bajo el peso de una nueva hecatombe acaecida anoche en su seno".

Así comenzaba la extensa información, titulada a ocho columnas, de "El Mercurio de Valparaíso", que daba cuenta del horroroso incendio ocurrido pasada la medianoche del 4 de abril de 1914 en calle Cochrane, el cual dejó por lo menos veinte personas muertas, entre ellas varios menores de edad, a metros de la parte trasera de los edificios siniestrados el pasado 3 de febrero meses en calle Serrano. Los heridos fueron decenas.

Las características y coincidencias de ambas tragedias son impresionantes.

Ambas se iniciaron por una explosión, en las dos hubo pérdidas de vidas, actos heroicos de salvamento, labor infatigable de personas de buena voluntad y de diversas instituciones, especialmente de Bomberos. Además, ambas catástrofes dejaron lecciones para el futuro, especialmente en lo que a prevención se refiere, en un área que ha sido siempre vulnerable, y lo es más hoy teniendo en consideración que sus edificios forman parte del patrimonio de la ciudad, al que se ha apostado para cimentar su desarrollo.

Todos conocemos lo que ocurrió hace dos meses, pero sabemos poco de la tragedia de de aquel 4 de abril de 1914, que prácticamente voló del mapa un edificio de cuatro pisos que ocupaba una manzana completa, frente al mercado Puerto, por calles Cochrane, Clave, Blanco y el Pasaje Nº 1 o Pasaje Ross (hoy Almirante Pérez Gacitúa).

La tragedia de aquel otoño de 1914 fue impresionante. En el edificio vivían más de 150 personas y los dos últimos pisos eran de material ligero, lo mismo que sus escalas interiores, por lo que muchas quedaron atrapadas por el fuego. En forma desesperada, algunas optaron por lanzarse al vacío, huyendo de las llamas y otras sucumbieron quemadas o aplastadas por los escombros, que al igual que en el caso de hoy, repletaron el subterráneo y el primer piso, con una masa humeante por varios días.

Entre las víctimas hubo grupos familiares completos, como fue el caso de la familia Gálvez, puesto que murieron el padre y la madre y dos hijas, sobreviviendo un hijo, quien gracias a su tesón, logró días después reconocer los restos de quienes fueran su familia.

Nuestro Diario, luego de precisar que el siniestro se había iniciado a las 12.30 de la noche, anotaba que "toda la opinión comenta con consternación, que ha sido indudablemente una de las más espantosas tragedias de que haya memoria en nuestra historia de horrores."

Hay que tener en cuenta que Valparaíso estaba saliendo de los horrores del terremoto del 16 de agosto de 1906.


LA TRAGEDIA


Poco antes de la medianoche regresaba del teatro con su señora e hijo el señor Domingo Composto, a cargo de quien estaba la propiedad y que era dueño del bazar Milán, que ocupaba uno de los locales del primer piso y le llamó la atención el fuerte olor a parafina que salía del local, ocupado por la mercería de la firma Piskulic, Jura y Carlessi. Subió al cuarto piso, donde arrendaba pieza el socio Piskulic, quien le dijo a Composto que el olor a bencina se debía a que se había abierto un cajón y que seguramente se había derramado un poco en el pavimento.

Pese a ello, don Domingo le pidió que verificara, pero Piskulic alegó que no tenía llave del establecimiento, lo que en un principio despertó suspicacias, pues todos los residentes sabían que era la persona que abría el negocio en las mañanas.

Pero hubo otros antecedentes.

El inspector de policía de turno en ese sector, Luis A. Canales, expresó que el dueño de una cigarrería cercana le había informado que al pasar junto al edificio, como a las 11 de la noche, sintió mucho olor a parafina y aguarrás. El inspector dijo que como medida de precaución había dispuesto un guardián que hiciera punto fijo en el sitio en peligro y que la misma orden le dio al guardián que debía relevarlo a las 12.


EL HEROÍSMO


Como ocurre en estos casos, hubo muestras de heroísmo y entrega de particulares y de diversas instituciones, especialmente bomberos, que una vez más desplegaron enormes esfuerzos para tratar de sofocar un incendio declarado y evitar la propagación a los edificios vecinos.

El primer piso era ocupado por una decena de establecimientos comerciales, en tanto los otros tres pisos superiores eran casas habitaciones de diversas familias, aparte de una pensión o residencia, donde residían en total por lo menos unas 150 personas.

Algunos pensaban que eran unos 300 moradores. Domingo Composto afirmaba que eran 120. También se pensaba que el número de víctimas era mayor, por las visitas que había en esos momentos en las casas y "y por la cantidad extraordinaria de personas que en los primeros momentos alcanzaron a penetrar al edificio, a fin de prestar auxilios".

Una actuación destacada les cupo a algunos marineros de los destructores "Lynch" y "Condell", que pasaban por ese sitio y que se hicieron merecedores de las alabanzas del público. Por un cable que lanzó un marinero hasta el cuarto piso, se descolgaron unas treinta personas, que lograron escapar de las llamas.

Otras personas, atando sábanas y piezas de ropa, intentaban entretanto alcanzar la calle por los otros costados. Algunas lo lograron y otras se precipitaron al vacío, con graves consecuencias, incluso la muerte.

"Todo el enorme block incendiado era una hoguera inmensa cuyas llamas se elevaban a una gran altura y que iluminaban con una luz rojiza el barrio del puerto, los cerros próximos y el cielo mismo", describía nuestro Diario.

Colindante con el estrecho pasaje se encontraba el hermoso edificio de la familia Astoreca, que cierra la plaza Echaurren por el norte, cuyas cornisas y balcones del quinto piso empezaron a arder por diferentes partes. Pero los bomberos de la Tercera Compañía colocaron su carro en el mismo pasaje y armaron desde la avenida Errázuriz. "La poderosa bomba, como si comprendiera la gravedad de la situación, lanzaba un chorro magnífico…. comprendían que si fallaba, se quemaba el edificio".

Los otros edificios vecinos también sufrieron daños de consideración, pero se evitó la mayor propagación de las llamas.


LA REACCIÓN


Al día siguiente, el Diario consignaba que "el público se va dando cuenta que el siniestro de antenoche alcanza las proporciones de una de las más violentas desgracias que nos han azotado. Todo Valparaíso ha concurrido durante los días de ayer y de hoy hasta el sitio mismo de la catástrofe, donde ya no queda más que un hacinamiento de escombros humeantes bajo los cuales están los despojos carbonizados de muchos desgraciados".

El número de víctimas era incierto y se solicitaba la colaboración del público para dar con el paradero de los desaparecidos.

Entretanto, se buscaban las causas y se insinuaban medidas para el futuro. Se abrían suscripciones populares para ir en ayuda de los afectados, sin perjuicio del auxilio de las autoridades.

Desde el día 5 se inició la remoción de escombros y se ubicó algunos restos humanos, pero resultaba imposible identificarlos. El edificio contaba con subterráneo y los escombros se elevaban considerablemente sobre el nivel de la calle. "Había fierros, vigas pesadas, que obstruyen a cada momento que se trabaja".

"Hemos leído que se va a proceder a "reglamentar" la futura edificación. Nos hemos llevado por el municipio la mayor sorpresa, porque era tan elemental que hubiese un reglamento de construcciones, que no nos figurábamos siquiera que no se hubiese dictado. Ahora comprendemos bien la causa del último desastre y de los peligros inminentes que envuelven para sus moradores muchos de los edificios de Valparaíso", comentaba "El Mercurio" de Valparaíso".


HONRAS FÚNEBRES


El día 8 se realizaron las honras fúnebres de las víctimas en la Plaza Echaurren, contigua al devastado edificio. También se rindió homenaje a aquellos que colaboraron en la emergencia con riesgo de sus vidas.

El primer alcalde, Gustavo Silva, en parte de su mensaje dijo: "Contemplemos estas ruinas humeantes, vanos restos de una que fue mansión de la actividad humana, albergue abrigado y cariñoso de familias honradas y laboriosas, donde hoy se ven, sobre montones de escombros, los pilares de hierro, doblados y torcidos, como cuerpos humanos que se debatieran en contorsiones de un dolor inacabable

"Ah. Pero veamos también que compitiendo en rapidez con el voraz incendio, la llama del amor filantrópico prende en los corazones, que con riesgo inminente de su propia vida, vecinos pacíficos y policiales, bomberos y marinos, hombres de todas las condiciones sociales, de las más diversas nacionalidades, de las más diversas opiniones políticas y creencias religiosas, acudieron en auxilio pronto, y, en lo posible, eficaz de sus hermanos en peligro".

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Extracto del libro; "Valparaíso a trasluz.

jueves, 18 de febrero de 2010

ARENGA DEL FUNDADOR ALBERTO RIED SILVA EN EL PRIMER EJERCICIO DE LA 1a. COMPAÑÍA DEL CUERPO DE BOMBEROS DE ÑUÑOA EL 17 DE SEPTIEMBRE DE 1933




Compañeros:

El desenvolvimiento del espíritu de Cuerpo, ha nacido entre nosotros con caracteres inusitados de entusiasmo y vigor. Este hecho, afortunadamente consumado, me da la ocasión de exponer ante vosotros, algunos conceptos breves que han de induciros a meditar en lo que significa ser un buen voluntario.Primeramente, para ser un buen bombero se requiere una base muy sólida de esfuerzo físico y de voluntad a toda prueba, unido esto a un alto espíritu de sacrificio y hondo sentido de la responsabilidad. Sin este sentido, el esfuerzo material resulta vano, ya que, fácilmente degenera en un simple entretenimiento, sin objetivo altruista alguno. La acción ha de ser, por lo tanto, conciente y severa para que sea fructífera.Es necesario que los hombres que prestan sus servicios a un Cuerpo de Bomberos o Compañía de Bomberos Voluntarios, sean ante todo: Generosos, nobles, abnegados y de una conducta irreprochable.

Sin cualquiera de estas condiciones o virtudes, los individuos se eliminan por sí solos. Elimínanse de esta manera los egoístas o aquellos que toman nuestro oficio como un simple pasatiempo; los que suelen sonreír burlescamente ante las diversas manifestaciones espontáneas del alma bomberil que, al ser sincera y verídica, ha de poseer la pureza del hombre sano de espíritu, del adolescente, o del niño que desconoce la maldad y que todo lo encuentra bueno amable. Elimínanse, a su vez, automáticamente los hombres cómodos o indiferentes; aquellos para quienes la vida no es ni siquiera un sacrificio nimio en pro de los demás.

Mi larga experiencia en las filas del Cuerpo de Bomberos me ha enseñado que lo primordial para acrecentar el espíritu de Cuerpo, es el bien entendido compañerismo. Esta virtud crea la cooperación inalterable y absoluta. “Uno para todos y todos para uno”, he aquí un arcaico aforismo que debe palpitar en el corazón de todo buen bombero.
No pueden ser buenos bomberos los que todo lo critican y nada aportan ni construyen. Por esta sola razón se declaran tácitamente excluidos como enemigos de la cooperación que es el éxito.Son buenos bomberos, en cambio, los que acatan las órdenes o ideas emanadas de quienes han sabido apreciar muy de cerca, en carnes propias, y con todo su rigor, los afanes y riesgos inherentes a nuestra profesión.