martes, 4 de mayo de 2010

LA CATÁSTROFE DEL 4 DE ABRIL DE 1914


"Valparaíso, la ciudad ya tantas veces desgraciada y conturbada por irremediables catástrofes, se estremece una vez más bajo el peso de una nueva hecatombe acaecida anoche en su seno".

Así comenzaba la extensa información, titulada a ocho columnas, de "El Mercurio de Valparaíso", que daba cuenta del horroroso incendio ocurrido pasada la medianoche del 4 de abril de 1914 en calle Cochrane, el cual dejó por lo menos veinte personas muertas, entre ellas varios menores de edad, a metros de la parte trasera de los edificios siniestrados el pasado 3 de febrero meses en calle Serrano. Los heridos fueron decenas.

Las características y coincidencias de ambas tragedias son impresionantes.

Ambas se iniciaron por una explosión, en las dos hubo pérdidas de vidas, actos heroicos de salvamento, labor infatigable de personas de buena voluntad y de diversas instituciones, especialmente de Bomberos. Además, ambas catástrofes dejaron lecciones para el futuro, especialmente en lo que a prevención se refiere, en un área que ha sido siempre vulnerable, y lo es más hoy teniendo en consideración que sus edificios forman parte del patrimonio de la ciudad, al que se ha apostado para cimentar su desarrollo.

Todos conocemos lo que ocurrió hace dos meses, pero sabemos poco de la tragedia de de aquel 4 de abril de 1914, que prácticamente voló del mapa un edificio de cuatro pisos que ocupaba una manzana completa, frente al mercado Puerto, por calles Cochrane, Clave, Blanco y el Pasaje Nº 1 o Pasaje Ross (hoy Almirante Pérez Gacitúa).

La tragedia de aquel otoño de 1914 fue impresionante. En el edificio vivían más de 150 personas y los dos últimos pisos eran de material ligero, lo mismo que sus escalas interiores, por lo que muchas quedaron atrapadas por el fuego. En forma desesperada, algunas optaron por lanzarse al vacío, huyendo de las llamas y otras sucumbieron quemadas o aplastadas por los escombros, que al igual que en el caso de hoy, repletaron el subterráneo y el primer piso, con una masa humeante por varios días.

Entre las víctimas hubo grupos familiares completos, como fue el caso de la familia Gálvez, puesto que murieron el padre y la madre y dos hijas, sobreviviendo un hijo, quien gracias a su tesón, logró días después reconocer los restos de quienes fueran su familia.

Nuestro Diario, luego de precisar que el siniestro se había iniciado a las 12.30 de la noche, anotaba que "toda la opinión comenta con consternación, que ha sido indudablemente una de las más espantosas tragedias de que haya memoria en nuestra historia de horrores."

Hay que tener en cuenta que Valparaíso estaba saliendo de los horrores del terremoto del 16 de agosto de 1906.


LA TRAGEDIA


Poco antes de la medianoche regresaba del teatro con su señora e hijo el señor Domingo Composto, a cargo de quien estaba la propiedad y que era dueño del bazar Milán, que ocupaba uno de los locales del primer piso y le llamó la atención el fuerte olor a parafina que salía del local, ocupado por la mercería de la firma Piskulic, Jura y Carlessi. Subió al cuarto piso, donde arrendaba pieza el socio Piskulic, quien le dijo a Composto que el olor a bencina se debía a que se había abierto un cajón y que seguramente se había derramado un poco en el pavimento.

Pese a ello, don Domingo le pidió que verificara, pero Piskulic alegó que no tenía llave del establecimiento, lo que en un principio despertó suspicacias, pues todos los residentes sabían que era la persona que abría el negocio en las mañanas.

Pero hubo otros antecedentes.

El inspector de policía de turno en ese sector, Luis A. Canales, expresó que el dueño de una cigarrería cercana le había informado que al pasar junto al edificio, como a las 11 de la noche, sintió mucho olor a parafina y aguarrás. El inspector dijo que como medida de precaución había dispuesto un guardián que hiciera punto fijo en el sitio en peligro y que la misma orden le dio al guardián que debía relevarlo a las 12.


EL HEROÍSMO


Como ocurre en estos casos, hubo muestras de heroísmo y entrega de particulares y de diversas instituciones, especialmente bomberos, que una vez más desplegaron enormes esfuerzos para tratar de sofocar un incendio declarado y evitar la propagación a los edificios vecinos.

El primer piso era ocupado por una decena de establecimientos comerciales, en tanto los otros tres pisos superiores eran casas habitaciones de diversas familias, aparte de una pensión o residencia, donde residían en total por lo menos unas 150 personas.

Algunos pensaban que eran unos 300 moradores. Domingo Composto afirmaba que eran 120. También se pensaba que el número de víctimas era mayor, por las visitas que había en esos momentos en las casas y "y por la cantidad extraordinaria de personas que en los primeros momentos alcanzaron a penetrar al edificio, a fin de prestar auxilios".

Una actuación destacada les cupo a algunos marineros de los destructores "Lynch" y "Condell", que pasaban por ese sitio y que se hicieron merecedores de las alabanzas del público. Por un cable que lanzó un marinero hasta el cuarto piso, se descolgaron unas treinta personas, que lograron escapar de las llamas.

Otras personas, atando sábanas y piezas de ropa, intentaban entretanto alcanzar la calle por los otros costados. Algunas lo lograron y otras se precipitaron al vacío, con graves consecuencias, incluso la muerte.

"Todo el enorme block incendiado era una hoguera inmensa cuyas llamas se elevaban a una gran altura y que iluminaban con una luz rojiza el barrio del puerto, los cerros próximos y el cielo mismo", describía nuestro Diario.

Colindante con el estrecho pasaje se encontraba el hermoso edificio de la familia Astoreca, que cierra la plaza Echaurren por el norte, cuyas cornisas y balcones del quinto piso empezaron a arder por diferentes partes. Pero los bomberos de la Tercera Compañía colocaron su carro en el mismo pasaje y armaron desde la avenida Errázuriz. "La poderosa bomba, como si comprendiera la gravedad de la situación, lanzaba un chorro magnífico…. comprendían que si fallaba, se quemaba el edificio".

Los otros edificios vecinos también sufrieron daños de consideración, pero se evitó la mayor propagación de las llamas.


LA REACCIÓN


Al día siguiente, el Diario consignaba que "el público se va dando cuenta que el siniestro de antenoche alcanza las proporciones de una de las más violentas desgracias que nos han azotado. Todo Valparaíso ha concurrido durante los días de ayer y de hoy hasta el sitio mismo de la catástrofe, donde ya no queda más que un hacinamiento de escombros humeantes bajo los cuales están los despojos carbonizados de muchos desgraciados".

El número de víctimas era incierto y se solicitaba la colaboración del público para dar con el paradero de los desaparecidos.

Entretanto, se buscaban las causas y se insinuaban medidas para el futuro. Se abrían suscripciones populares para ir en ayuda de los afectados, sin perjuicio del auxilio de las autoridades.

Desde el día 5 se inició la remoción de escombros y se ubicó algunos restos humanos, pero resultaba imposible identificarlos. El edificio contaba con subterráneo y los escombros se elevaban considerablemente sobre el nivel de la calle. "Había fierros, vigas pesadas, que obstruyen a cada momento que se trabaja".

"Hemos leído que se va a proceder a "reglamentar" la futura edificación. Nos hemos llevado por el municipio la mayor sorpresa, porque era tan elemental que hubiese un reglamento de construcciones, que no nos figurábamos siquiera que no se hubiese dictado. Ahora comprendemos bien la causa del último desastre y de los peligros inminentes que envuelven para sus moradores muchos de los edificios de Valparaíso", comentaba "El Mercurio" de Valparaíso".


HONRAS FÚNEBRES


El día 8 se realizaron las honras fúnebres de las víctimas en la Plaza Echaurren, contigua al devastado edificio. También se rindió homenaje a aquellos que colaboraron en la emergencia con riesgo de sus vidas.

El primer alcalde, Gustavo Silva, en parte de su mensaje dijo: "Contemplemos estas ruinas humeantes, vanos restos de una que fue mansión de la actividad humana, albergue abrigado y cariñoso de familias honradas y laboriosas, donde hoy se ven, sobre montones de escombros, los pilares de hierro, doblados y torcidos, como cuerpos humanos que se debatieran en contorsiones de un dolor inacabable

"Ah. Pero veamos también que compitiendo en rapidez con el voraz incendio, la llama del amor filantrópico prende en los corazones, que con riesgo inminente de su propia vida, vecinos pacíficos y policiales, bomberos y marinos, hombres de todas las condiciones sociales, de las más diversas nacionalidades, de las más diversas opiniones políticas y creencias religiosas, acudieron en auxilio pronto, y, en lo posible, eficaz de sus hermanos en peligro".

...

..

.

Extracto del libro; "Valparaíso a trasluz.