jueves, 5 de noviembre de 2009

LA REVOLUCIÓN DE 1859 Y LA TERCERA



Junto con conocer fechas y acontecimientos que forman la historia del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, es interesante también descubrir el sentimiento de quienes han formado parte de la Institución, quienes ciertamente son sus personajes principales en estos 158 años de caminar a través del tiempo. Ellos han dejado un testimonio con su pensamiento respecto a los hechos vividos, y su punto de vista sobre los mismos.
La Tercera Compañía “Cousiño y Agustín Edwards”, en esa época, aún denominada “Cousiño” Nº 3 o la "Bomba del Almendral”, se vio afectada por las agitaciones políticas que desembocaron en la Revolución de 1859, ya que en ella tuvieron activa participación varios bomberos que la integraban... Es así que, al abrirse el período legislativo de 1858, Matías Cousiño Jorquera y Alfaro, donante de la bomba de la 3ª Compañía y padre del primer Director José Luis Cousiño Squella, presentó a la Cámara de Diputados, del cual era miembro, una solicitud para ofrecer en venta al Gobierno las acciones del Ferrocarril de Valparaíso a Santiago, de su propiedad, solicitud que finalmente tuvo el apoyo del Ejecutivo. Sucedió entonces que Tomás Gallo Goyenechea, Diputado por Copiapó, y Ángel Custodio Gallo Goyenechea, Director de la 3ª Compañía de Valparaíso, y a su vez también Diputado por Valparaíso, poseían con sus respectivas familias un millón de pesos en las mencionadas acciones ferroviarias, y expusieron que esa negociación, si bien era ventajosa para ellos, la estimaban en cambio muy mala para los intereses del Estado; en consecuencia se opusieron y la combatieron con todo ardor.
Este hecho, el flagelamiento de tres distinguidos ciudadanos, ordenado por el Intendente de Copiapó Juan V. Mira, y las actividades del “Club Constituyente”, fueron, puede decirse, las chispas que encendieron aquella contienda entre hermanos.
Ángel Custodio Gallo, era hermano del ilustre caudillo atacameño Pedro León Gallo, jefe principal de la revolución con que terminó el decenio del gobierno conservador del Presidente Manuel Montt Torres y su Ministro del Interior Antonio Varas de la Barra. Los partidarios del gobierno en Valparaíso y la capital eran mayoritarios, por lo que el señor Gallo fue detenido en el Club de la Unión en Santiago (del que era Director), donde se encontraba, junto con su primo Manuel Antonio Matta y su amigo Benjamín Vicuña Mackenna, para luchar por la reforma constitucional. Purgaron en la oscuridad de un cuartel sus vínculos sanguíneos con uno de los más tenaces opositores de la administración que terminaba (Pedro León Gallo), siendo enviado los tres al destierro a Liverpool (Inglaterra) en el buque inglés “Luisa Braginton”. A ellos se les suma Domingo Arteaga AlemparteLa 3ª Cía. se vio privada cerca de un año del concurso ilustrado y cariñoso de su digno Director, Ángel Custodio Gallo Goyenechea. Al cautiverio le siguió su Capitán, Juan José Rodríguez, y al de éste el del Teniente 3º Manuel Antonio del Río y varios otros bomberos. El Secretario Octavio González Reimundis, huyó al Perú por algún tiempo.
En estas circunstancias, la Tercera pasó difíciles momentos; testimonio de ello entrega el Teniente de Guardia, anotando en el Libro Diario del Cuartel el día 3 de febrero de 1859:“Tenemos que lamentar la desgracia de la pérdida de uno de los miembros de la Compañía que ha sido extraído hoy de la casa del Cónsul Americano. También hay otros que están ocultos, de los cuales ya no tenemos esperanza alguna, para que nos acompañen en nuestros trabajos y fatigas. Que la felicidad y buena estrella los acompañe por doquiera que se encuentren”.Antes de huir al Perú como se ha señalado, el Secretario en esa época, el joven pensador y estudioso Octavio González Reimundis, con indiscutibles dotes literarios, dejó cortos pero hermosos apuntes, impregnados de idealismo y de esos sueños un tanto quiméricos que en el comienzo de la mitad del siglo XIX llegaron a nuestras playas, traídos desde la vieja Europa, por algunos espíritus inquietos, como Francisco Bilbao.
El cautiverio de gran número de bomberos debe haber producido quizás cierto eco simpático a estas ideas en el Cuartel de la Tercera, porque los escritos del Secretario González Reimundis, siendo en la forma una bella proclamación de elevados sentimientos de hermandad, en el fondo eran en realidad una protesta contra lo que a su alma debe haber parecido un ultraje a los sagrados fueros de la libertad y a la redención social que aquellos predicaban.Interesantes de conocer son sus apuntes acerca de la “Fraternidad”, pues permiten comprobar los méritos literarios y el pensamiento de su autor:“Pasar en silencio el estado de semi abandono i de indolencia que, por el momento, nos domina a todos los bomberos de la Tercera Compañía, sería arrancar forzosamente una página de duelo a la historia de nuestra vida pública.Pero lejos de ser esta confesión un cargo que pese sobre nuestra fe y nuestro entusiasmo, es más bien la prueba irrecusable del imperio que sobre nosotros ejerce el principio de FRATERNIDAD tantas veces iniciado, tan pocas veces iniciado, tan pocas conseguido por los hombres de corazón. Estas palabras que hemos repetido con la copa en la mano o al lado del cadáver de un compañero; esta palabra que hemos escrito por lema sobre nuestra puerta y sobre nuestra bandera es entre nosotros una feliz realidad, un hecho que nos caracteriza, una cruz de honor con que, sin saberlo, sin conocerlo, nos hemos adornado para probar a los que nos la vean sobre el pecho que la fraternidad no es una quimera”.
Y después de una bella disertación sobre los deberes bomberiles que se derivan de ese mismo sentimiento de fraternidad, concluye el señor González Reimundis de esta manera:
“Podemos decirlo con satisfacción: entre nosotros no hay uno, ni uno tan solo, que deje de practicar los deberes fraternales que nos hemos impuesto recíprocamente.Por eso es que la prisión de algunos compañeros nos hace alejarnos del Cuartel; por eso es que se nota entre nosotros cierto desaliento pasajero, que pasará como pasan las tempestades por sobre nuestros bosques; les azotan, les prestan armonías, pero no les derriban. Que pasen las aciagas circunstancias de la vida política del país; que suene la campana de alarma; que sea preciso reunirnos, y entonces se verá a la Tercera Compañía tan numerosa, tan disciplinada, tan alerta como siempre por el servicio y como siempre rica de vida, de entusiasmo y de FRATERNIDAD”.
A todo esto, el ejército atacameño, era apoyado entre otros por Miguel Gallo Goyenechea, alcalde de Copiapó y Manuel Antonio Matta, patriarca del antiguo Radicalismo Chileno y primo del jefe revolucionario, el célebre Pedro León Gallo Goyenechea, cuyo ejército estaba formado principalmente por los célebres “Zuavos de Chañarcillo”. Inflingió completa derrota en la Batalla de Los Loros, el 14 de marzo de 1859 al ejército gobiernista, que era comandado por el coronel José María Silva Chávez, considerado de los mejores estrategas de la época. El Gobierno mandó entonces al norte al General Juan Vidaurre (Morla) Leal, y éste con 3000 soldados derrotó en Cerro Grande a Gallo que solo contaba con 2000 hombres.
El General Vidaurre fue padre del ilustre Director Tercerino, Vicente Vidaurre Riquelme, por lo que se viene a inferir que los acontecimientos políticos de 1859 tuvieron en las filas Tercerinas marcada repercusión. Vicente Vidaurre era primo de Manuel Antonio del Río, y no deja de ser curioso que mientras éste era tomado preso por revolucionario, el padre de aquel era a su vez el encargado de dar el golpe de muerte a la revolución. Por lo demás se debe recordar que los señores Gallo Goyenechea, que hacían la revolución, eran a su vez parientes suyos. Muerte del General Juan Vidaurre-Leal Morla (Concepción 1802 – Valparaíso 1859) Casado con Manuela del Río y Fernández con gran descendencia. Se incorporó al Ejercito de Los Andes. Como Cadete participó en el sitio y asalto de Talcahuano y en los combates de Quecheregua y Cancha Rayada. En 1818 fue destinado a la Academia Militar de Santiago y con ella concurrió a la batalla de Maipú. En 1826 pelea en la batalla de Bellavista, en Chiloé y en 1830 ascendió a sargento mayor. En 1831 fue comandante de la brigada de artillería de Valparaíso y designado elector de presidente de la República. En 1837, después de producido el Motín de Quillota, encabezado por José Antonio Vidaurre, su primo, combatió en las alturas del Barón, bajo las órdenes de Manuel Blanco Encalada.Por su valentía y desempeño le otorgan una condecoración y para distinguirlo de su primo José Antonio, se le concedió el uso para sí y hasta la cuarta generación de sus descendientes, el título de "Leal", que usó desde entonces y que sus descendientes lo integraron a su apellido: Vidaurre-Leal. En el año 1838, se incorporó al Ejercito Restaurador del Perú y participó en las acciones de Yungay y Portada de Guías.En 1843 fue miembro de la comisión redactora del Código Militar; al año siguiente, de la comisión revisora de la Táctica de Infantería; en 1846 fue sub-inspector de la Guardia Nacional; en 1847, inspector de los Cuerpos Militares de Valparaíso; en 1848, inspector de los Cuerpos Cívicos del Norte y en el año 1849, comandante general de armas de Santiago e inspector general de la Guardia Nacional.En 1851, con motivo de la revolución que estalló el 7 de septiembre, en La Serena, cuyo objetivo era impedir la llegada al poder de Manuel Montt Torres y auspiciar la candidatura del general Cruz, fue nombrado comandante general de las fuerzas pacificadoras del norte. Impidió que las tropas revolucionarias marcharan hacia la capital, y las derrotó en Petorca, el 14 de octubre de 1851.En 1852 fue nombrado Intendente y Comandante General de Armas de Chiloé. En 1853 ascendió a general de brigada y en 1854 se le designó Intendente y Comandante General de Armas de Atacama.Diputado suplente por Osorno, 1855-1858, pero no hay constancia que se haya incorporado. Diputado por Lautaro (1858-1861). Integró la Comisión Permanente de Guerra y Marina.Finalmente fue nombrado Comandante General de Armas y el 3 de septiembre de 1859 asume como Intendente (s) de Valparaíso en reemplazo del titular Jovino Novoa Vidal de viaje en Santiago y próximo a asumir el cargo de Ministro de Hacienda (3.10.1859 al 01.10.1861). El 18 de septiembre de 1859, a las 12,00 horas, luego de la celebración del Tedeum que se celebraba en la histórica Iglesia de La Matriz, ubicada en el sector Puerto de Valparaíso, fue cobardemente asesinado por el cabecilla del motín, Lázaro Valenzuela (algunos historiadores lo identifican como Lorenzo Valenzuela), quien le disparó a quemarropa. El hecho causó profunda indignación en toda la ciudadanía. El Teniente Orellana, oficial ayudante del general, quien caminaba junto al general Vidaurre se lanzó sobre el asesino y ayudado por soldados que asistían al Tedeum redujeron al criminal y lo encarcelaron. El general Vidaurre fue llevado al interior de la Iglesia de La Matriz donde le dieron los primeros auxilios y luego fue trasladado a la Intendencia donde murió tres horas después del atentado, pidiendo “perdón y clemencia para su victimario”, el cual, luego de ser sometido a Consejo de Guerra al día siguiente, fue condenado a fusilamiento junto a otros involucrados en el motín, según los Artículos 4 y 141 del Titulo 80 de la Ordenanza General del Ejército. Un auxiliar de la 3ª Compañía, el modesto jornalero Juan 2º Arancibia, fue víctima inocente también de este atentado, que se atribuyó a la política. Antes de fallecer el general entregó el mando al coronel Cornelio Saavedra, quien fue ratificado ese mismo día por el Presidente Manuel Montt Torres.Los funerales del general que alcanzó a desempeñar el cargo de intendente solo dos semanas fueron de gran solemnidad, la ciudad estaba completamente embanderada y el cortejo fúnebre salió desde la plazoleta de La Matriz el 23 de septiembre, iniciado por la banda de música del Regimiento de Cazadores a Caballos y por un piquete de 25 batidores de esta misma unidad con oficiales, todos ellos montados en caballos tordillos.A continuación formó el Cuerpo de Bomberos en pleno, con su estandarte, las tres Compañías de Hachas y Escaleras, las seis de agua y la Compañía de Salvadores y Guardia de la Propiedad, llevando a la cabeza la banda del Batallón Nº1 de la Guardia Nacional.Tras de los bomberos marchaban todos los oficiales francos de las instituciones militares, el clero de Valparaíso y las comunidades religiosas. La procesión continuó por la plaza de la Municipalidad (hoy Francisco Echaurren García-Huidobro), calle de la Planchada (hoy Serrano) continuando por la calle de la Aduana (hoy Prat) y calle del Cabo (hoy Esmeralda); cruzaron la plaza del Orden (hoy Aníbal Pinto), siguiendo por la calle San Juan de Dios (hoy Condell), plaza de la Victoria, calle de la Victoria (hoy Av. Pedro Montt) hasta la calle de La Merced (hoy Av. Uruguay) llegando a la iglesia de La Merced.En los últimos tramos de la marcha fueron desenganchados los caballos de la carroza y se concedió a los voluntarios de la 3ª Compañía el honor de arrastrarla hasta el punto en que los restos fueron entregados para conducirlos a Santiago. Todo ello en atención como se ha dicho, a que el general Vidaurre era el padre del voluntario Vicente 2º Vidaurre Riquelme, abuelo del abanderado Vicentito Vidaurre, y tío del Teniente 3º Manuel Antonio del Río. El General Vidaurre dejó también varios hijos de su segundo matrimonio con Manuela del Río Fernández, distinguida dama de Concepción, que naciera en Mendoza en el período de exilio que vivieron los patriotas. Además de los vínculos sanguíneos, el General había mirado siempre con profunda simpatía todo lo que se relacionara con la causa bomberil, por lo que era uno de los más asiduos visitantes del Cuartel.El Secretario González Reimundis dio minuciosos detalles de la imponente ceremonia a que dieron lugar los funerales del viejo General, que aparte de su prestigio como veterano de la Guerra de la Independencia y de la alta investidura pública, gozaba de inmensa simpatía por su carácter afable y su rectitud en el proceder. Se puede decir que todo Valparaíso concurrió a esa ceremonia, desde sus más importantes autoridades hasta los más humildes ciudadanos, teniendo el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso una brillantísima participación y siendo el primer funeral de un servidor público al que concurrió en masa dicha Institución.Cumplida esta ceremonia fúnebre las fuerzas militares, los bomberos, las autoridades y todos los concurrentes al funeral desfilaron ante la carroza. Una vez concluido este postrer homenaje, la carroza se puso lentamente en movimiento hacia la avenida Las Delicias para tomar el camino de Santiago, escoltada por el Regimiento de Cazadores a Caballo. Ese mismo día llegó a Casablanca a las 22,00 horas, su cuerpo quedó en la Iglesia y al día siguiente fue escoltado por todo el pueblo y una Compañía de Infantería lo trasladó hasta la cuesta Zapata.Finalmente el día 26 llegó a la Iglesia del Asilo del Salvador en Yungay, pasando por la Alameda y calle Bandera hasta la Iglesia de la Compañía de Jesús en Santiago, cuyo incendio el 8 de diciembre de 1863 dio origen doce días más tarde a la fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago. El féretro fue llevado al día siguiente a la Catedral Metropolitana. Finalmente, luego de una misa oficiada por el obispo de Ancud lo trasladaron al Cementerio General escoltado por los Cuerpos Cívicos de línea, de Caballería y de la Policía Municipal.Al volver Pedro León Gallo del destierro, en 1866 fue proclamado candidato a la Presidencia de la República. Entre los dirigentes de su campaña en Valparaíso vemos figurar nuevamente a Manuel Antonio del Río y algunos otros Tercerinos, entre los cuales estaba Alfredo Cox, quién fue designado secretario de la asamblea en que se hizo la proclamación. Presidente de dicha asamblea era Isidoro Errázuriz.
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Texto de Horacio Rodríguez Mackenna y Carlos Carvajal; del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso "Valparaíso 1851".

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